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Actualizado: 10 de mayo de 2025


Y en efecto, al recibir ésta el papelito experimentó satisfacción, lisonjeada en su vanidad y en sus instintos. ¿Sabes lo que dice este papel? le preguntó relamiéndose. Josefina hizo un signo negativo. Leía todavía mal el manuscrito, sobre todo escribiendo tan descuidadamente como lo había hecho la señora. La costurera le obligó a deletrear aquellas palabras hasta que se enteró bien de ellas.

No hace mucho tiempo llegó á mis manos un manuscrito rancio y ahumado, en cuya portada leí, en muy buenos caracteres, el siguiente rótulo: Entremés de la buena gloria.

Traía ella consignados en precioso manuscrito todos los peregrinos sucesos de que había sido testigo, agente o paciente. Con ellos, imitando a César, se proponía dar al público sus comentarios. Es indudable que si los hubiese publicado y si no se hubiesen perdido, serían casi tan interesantes como los del Dictador romano.

Llevó consigo el mamotreto, debajo del brazo, y aquella noche, en un entreacto, entre El monaguillo y Las campanadas, fué al cuarto del bufo Celemín, director y primer actor de la compañía, y le dijo, a tiempo que le entregaba el manuscrito: Es preciso que se estrene esta obra. Los abonados lo exigimos. Es de un autor de la localidad.

De otro singular personaje nos informa también muy detenidamente el Sr. García Pérez, prometiéndonos casi la publicación de un curioso manuscrito que de él posee. Es una relación circunstanciada de lo que vió, observó é hizo el autor, durante algunos meses del año de 1605, que estuvo pretendiendo en Valladolid, donde residía entonces la corte.

Esta ha sido mi vida. Errores, faltas, he cometido. ¿Quién no los comete?... Esto decía el manuscrito de mi tío Juan de Aguirre. Un dia de otoño, al anochecer, se presentaron en Lúzaro, en la posada de Chiquierdi, dos extranjeros de aspecto sospechoso. Bajaron de las diligencias, entraron en la cocina de la posada, y, mientras cenaban, preguntaron con gran interés por don Santiago Andía.

Pero el manuscrito se interrumpía nuevamente, para reanudarse tres meses más tarde. "4 de marzo de 19... "¡Cuánto tiempo sin escribir en mi diario! Estoy desganada, triste. Algo raro pasa en . Ni quiero pensarlo. Pensar es inquietarse, sufrir". "5 de marzo. "¡Qué cosas lindas ha dicho Julio esta tarde, así, al azar de la conversación!

Sigue a lo escrito, un pequeño volumen conteniendo detalles puramente domésticos, cuyo interés para nosotros disminuye en relación a las circunstancias a que se refiere. Todo ello termina con una página que parece un ¡adiós! a su manuscrito y que copio a continuación. ¿Dios lo dispone así? ¡Hágase su santa voluntad! En resumen: toda sabiduría consiste en resignarse por adoración a su voluntad.

En un manuscrito de la Real Academia de la Historia, que lleva el título de Comœdiæ, dialogi et orationes, quas P. Acevedus, sacerdos societatis Jesu, componebat, se encuentra una serie de comedias y dramas religiosos, que se representaron en Sevilla y Córdova de 1556 á 1572.

El celebrado autor de «Las sorpresas del divorcio», halló á Laridel en un café solitario y sumido en una desesperación sin gestos ni palabras, ante una copa de bitter. ¡Estoy arruinado! exclamó el empresario; hoy ó mañana debo pagar cincuenta mil francos, y como no los tengo, me cerrarán el teatro. ¡Y yo que le traía á usted, en este manuscrito, una mina de plata! repuso Bissón.

Palabra del Dia

hociquea

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