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Actualizado: 23 de mayo de 2025


Verdad era que la idea de ser objeto de los ensueños que confesaba la Regenta, le halagaba; esto no podía negarlo, ¿cómo engañarse a mismo? ¡Si apenas podía mantenerse sentado sobre la tabla dura!

Su pobreza resultaba igual á la de Dora, pero esto no impediría que se casasen muy pronto. ¡Y mientras tanto, él, héroe nacional, gobernante omnipotente, tendría que mantenerse impasible al lado de su doña Guadalupe! ¡Ira de Dios! ¿Para esto había hecho la revolución?...

Cuarenta y un millones arranca del presupuesto, y aún le parece poca cosa esta cifra, que resulta una enormidad en un país que dedica nueve millones a la enseñanza y un millón al socorro de los desgraciados. Mantenerse en correspondencia con Dios les cuesta a los españoles cinco veces más que aprender a leer. Pero esto de los cuarenta y un millones es un tapaojos.

El viento, cada vez más fuerte, silbaba por entre la arboladura, que crujía fatídicamente. Las velas se agitaban en todas direcciones como trapos puestos a secar. El barco no podía mantenerse en equilibrio, porque el viento no tenía dirección fija, y allá a lo lejos, en las costas de la tierra de Arnheim y de la de Torres tronaba y relampagueaba sin cesar.

Hay un término medio, delicadísimo, muy difícil de alcanzar, en el cual debe mantenerse la persona verdaderamente elegante. Muchos que quieren huir demasiado de la vulgaridad, dan en la extravagancia; procura que en tus atavíos, sin que falte lo común y corriente, haya algo exclusivamente tuyo, algo personal, personalísimo, que no puedan imitar los demás, y habrás logrado el objeto.

Consideraba una desgracia el ser mujer. Los hombres le inspiraban envidia por su independencia. Podían mantenerse aparte, absteniéndose de las pasiones que desgastan la vida, sin que nadie viniera á importunarles en su retiro. Les era lícito ir á todos lados, recorrer el mundo, sin llevar tras de sus pasos una estela de solicitantes. Usted me es simpático, capitán.

D. Nemesio, fatigado al cabo de tanto hablar, comenzó a dar cabezadas, pero sin decidirse a tumbarse, como si quisiera mantenerse siempre alerta para coger el hilo del discurso en cuanto el sueño le dejase un momento de respiro. Paró el tren. «Argamasilla, cinco minutos de parada» gritó una voz.

Casi siempre ese remolino de aire y de agua es inmenso, abraza un círculo de diez, veinte, treinta leguas, lo cual da á la embarcación probabilidades de observar y mantenerse á una respetable distancia. Lo que importa, ante todo, es saber dónde es central la tromba, dónde está su foco de atracción, y luego, conocer su continente y el grado de rapidez con que os persigue.

Se familiarizó con su jerga, adquirió amistades vergonzosas, aprendió a beber y a jugar, pero no cayó nunca en el vicio del robo; en medio de la crápula, supo mantenerse honrado, porque él no era malo, sino haragán. Sus largas ausencias no preocupaban a nadie; eran eclipses parciales, en que desaparecía por encanto y reaparecía por milagro, más sucio, más andrajoso y más hambriento que antes.

¿Quién que ve un vaso roto, o un edificio en ruina, o una palma caída, no piensa en las viudas? A don Manuel no le habían bastado las fuerzas, y en tierra extraña esto había sido mucho, más que para ir cubriendo decorosamente con los productos de su trabajo las necesidades domésticas. Ya el ayudar a Manuelillo a mantenerse en España le había puesto en muy grandes apuros.

Palabra del Dia

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