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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Sobre ello hay mas de un espediente: que se traigan á la vista y se examinen, y se verán las justas razones espuestas por el comercio de Manila para resistir tal determinacion; resistencia que siempre fue acojida y aprobada por el Gobierno.
La bóveda del presbiterio es del mismo material, y es asombroso el ver cómo ha resistido á tantos y tantos temblores de tierra como se han sucedido desde que fué edificada. Entre los objetos que posee esta iglesia, hay una campanita en la que se lee perfectamente el año 1600. El altar mayor, de tres cuerpos y de orden compuesto, es exactamente igual al de San Francisco de Manila.
Lejos de todo, olvidados, Entre mil plantas y flores Construyamos nuestro hogar; Y por siempre enamorados, Cantemos nuestros amores, Ciegos a cualquier pesar, Lejos de todo, olvidados.... Manileño aunque de abolengo español. Abogado por la Universidad de Manila. En esta ciudad, muy joven, comenzó a actuar de periodista en "El Comercio" y otros diarios españoles.
Pero los españoles vascongados y andaluces estuvimos bebiendo y cantando hasta muy entrada la noche. Atravesado el estrecho de la Sonda, nos quedaba poca distancia. Tardamos en toda la travesía cinco meses, y, como el viaje en este tiempo era para don Ciriaco un éxito, entramos en la bahía de Manila disparando cohetes.
Los guantes de cabritilla son coetáneos de la escarapela en los señores de los pescantes y el clat en los señores de los salones. Antes en Manila se conocía al dueño de un coche por su cara, hoy se le conoce por su cochero, que viene á ser el alias ó seudónimo da su amo ... ¡Manila progresa!
Dos años largos hacía que salí de Manila y residía en aquel pueblo. Sus costumbres, su manera de ser, sus campos, su industria, su agricultura, sus edificios, y hasta el nombre de sus habitantes me eran conocidos.
Gracias, dijo sonriendo Tragomer, y no queriendo ofrecer dinero al digno sargento, sacó del bolsillo una petaca de paja de Manila y la presentó al jefe del puesto. Hágame el favor de aceptar un cigarro. ¡Con mucho gusto!... ¡Cáspita! ¿Ha pasado usted, al venir, por la Habana? Cristián vació la petaca en las manos del soldado y, saludándole, siguió al guía que le esperaba.
Le contesté que los de Manila no se alzan porque no tienen armas, y porque como comerciantes y propietarios que son, temen que de levantarse, los españoles se apoderen de sus riquezas, quemando y distruyendo lo demás, por lo que aparentan aceptar la autonomía por política de engaño.
Este asunto se ha tratado antes de ahora, y mas de una vez, en Manila, donde existen sugetos que podrian informar con mucha estension sobre el establecimiento de que se trata, y ventajas que produciria al pais y al estado.
Murió, siendo comandante, en 1896. Cultivó el apólogo. Dirigió en Manila un diario. UN A
Palabra del Dia
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