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Actualizado: 12 de julio de 2025
El día que vuelva a mi ramo, no admito credencial que sea inferior a treinta. Pero como aquí se hacen mangas y capirotes de los derechos adquiridos... ¡qué país! Yo entré en Penales con ocho, después me pasaron a Instrucción Pública con diez, luego cesante, y al fin, para no morirme de hambre, tuve que aceptar seis en Loterías.
Las mangas de la bata, sueltas y muy cortas, descubrían unos brazos blanquísimos, dorados por ese vello apenas perceptible que tienen algunas frutas antes de estar manoseadas.
La mano tiesa volvió a ponerse delante de la boca, a punto que se atascaban las palabras, sufriendo la cabeza como una trepidación. «Con que aquí hace cada cual lo que le da la gana, sin tener en cuenta las leyes divinas ni humanas, y haciendo mangas y capirotes de la religión, de la dignidad de la familia...».
Luego que llegaba S. M. á la puerta del Portillo, entraba bajo el palio á caballo, y se apeaban los jurados, Gobernador y Zalmedina. Todos iban con ropas de damasco carmesí, aforradas las mangas de las de los jurados y Zalmedina de tela de plata, y las de los ciudadanos, que llevaban las 12 varas del palio, de raso blanco.
Quisiera enviarle a vuestra merced alguna cosa, pero no sé qué envíe, si no es algunos cañutos de jeringas, que para con vejigas los hacen en esta ínsula muy curiosos; aunque si me dura el oficio, yo buscaré qué enviar de haldas o de mangas.
El doctor Lorquin, con las mangas de la camisa dobladas hasta los codos y una sierra corta, de tres dedos de ancha, en la mano, se hallaba ocupado en cortar una pierna al pobre muchacho, mientras que Despois manejaba una gran esponja. La sangre espejeaba en la cubeta; Colard estaba más pálido que la muerte.
Mas, como yo este oficio con el gran maestro, el ciego, lo aprendí, tan suficiente discípulo salí, que, aunque en este pueblo no había caridad ni el año fuese muy abundante, tan buena maña me di que, antes que el reloj diese las cuatro, ya yo tenía otras tantas libras de pan ensiladas en el cuerpo, y más de otras dos en las mangas y senos.
Todo esto es al revés en los letrados; porque, de faldas, que no quiero decir de mangas, todos tienen en qué entretenerse. Así que, aunque es mayor el trabajo del soldado, es mucho menor el premio.
Su pecho era desproporcionadamente abultado, su cuello corto, las caderas y el talle bien torneados, y las costuras de las mangas parecían próximas a reventar por causa de la gordura creciente de los brazos. La cabeza era bonita, de poco pelo y muy bien arreglada.
Don Víctor le recibió en el despacho. Estaba el amo de la casa en mangas de camisa, como solía en cuanto llegaba el verano, aunque no tuviera mucho calor. Para él venían a ser ideas inseparables el estío y aquel traje ligero.
Palabra del Dia
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