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Actualizado: 12 de noviembre de 2025


Rosas es ya grande en la campaña de Buenos Aires, pero aun no tiene nombre ni títulos; trabaja, empero; la agita, la subleva. La Constitución dada por el Congreso es rechazada de todos los pueblos en que los caudillos tienen influencia. En Santiago del Estero se presenta el enviado en traje de etiqueta, y lo recibe Ibarra en mangas de camisa y chiripá.

Vió un hombre ante el piano llevando por toda vestidura una bata japonesa, un kimono femenil de color rosa, con pájaros de oro, perteneciente á su Chichí. En otra ocasión hubiese lanzado una carcajada al contemplar á este guerrero, enjuto, huesoso, de ojos crueles, sacando por las mangas sueltas unos brazos nervudos, en una de cuyas muñecas seguía brillando la pulsera de oro.

En las calles, abajo, la gente iba y venía, en sus túnicas cortas y sin mangas, blancas o de colores, o blancas y bordadas, y unos zapatos flojos, que eran como sandalias de botín.

De la grandeza. Vele aquí a dónde vienen a parar los títulos». Por un pasillo mal oliente y sucio llegaron a una cocina, donde no se guisaba. Fogón y vasares servían de depósito de botellas vacías, cajas deshechas, sillas rotas y montones de trapos. En el suelo, sobre un jergón mísero, yacía cuan largo era D. Francisco Ponte, en mangas de camisa, inmóvil, la fisonomía descompuesta.

Los zapatos que soportaban tan lamentable edificio habían perdido la forma y el color. La ropa blanca, ese distintivo de la limpieza y del bienestar, no asomaba ni por el cuello ni por las mangas. Algunas veces, al pasar por un charco, el vestido se levantaba por un lado y dejaba ver una media de lana gris y un sencillo refajo de algodón negro.

Cuando se decidía por una falda corta que apenas le llegaba á las rodillas, inventaba inmediatamente, á guisa de compensación, unas mangas muy largas y un cuello que subía hasta sus orejas.

Otra vez, como estuviera en mangas de camisa, le estamparon en la espalda una galerada recién impresa, con la tinta fresca de un letrero que decía: «Se vende este perroHasta llegaron a rellenarle las botas con la grasa de untar las ruedas de la máquina, mientras él estaba trabajando con alpargatas para mayor descanso.

En medio de ella, en mangas de camisa y con la cabeza descubierta, estaba Nolo partiendo leña. Al sentir el ruido de los pasos enderezó el cuerpo, se apoyó con una mano sobre el hacha y los miró sorprendido.

Los empleados del primer turno iban llegando con paso lento, como funcionarios que entran en su oficina. Las mujeres dedicadas á la limpieza y los mozos en mangas de camisa acababan de barrer el aserrín esparcido sobre el pavimento.

Dice su sobrino que una de estas noches, sintiendo demasiado calor en la cama, se salió al corredor y se estuvo allí un rato en mangas de camisa... ¡Ya ve usted qué imprudencia! replicó D. Lesmes reponiéndose instantáneamente, porque era hombre avisado y corrido.

Palabra del Dia

vengado

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