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Actualizado: 24 de julio de 2025


Señora le respondí juro a usted que fuera de Pepa Hígados, la Churriana, y María de las Nieves, la de Sevilla, no había moza alguna en casa de Poenco. También pongo a Dios por testigo de que no nos detuvimos más que una hora y esto porque no nos llamaran descorteses y malos caballeros.

¡Malos versos! No más. DO

No quiero sentirlos, y me hacen su presa; me dominan, se enroscan en mi alma... ¡Soy su prisionera! Los celos son malos. ¡Ay del que los sienta...! Yo tengo la senda erizada de celos ¡La muerte me acecha! Tras los cristales del jardin sombrío pasar he visto tu perfil romano, hundida en el landó, con tu mundano gesto de burla, de desdén y hastío.

, señor... y si no, ¿por qué ha dado de estocadas vuestro sobrino á don Rodrigo Calderón? Han sido asuntos suyos... Pues mirad, tiene muy malos asuntos vuestro sobrino. ¡Bah! ¡no tan malos como creéis! Pero en fin, ya que habéis hablado de mi sobrino, por él venía, porque supongo que habrá pasado aquí la noche.

Mucha fama ganó en el último tercio del siglo XVIII Luciano Francisco Comella, de quien se ha dicho, que, entre todos sus coetáneos, fué el que se mantuvo más fiel al antiguo estilo nacional; pero sus comedias son todas muy groseras, calculadas con la mira de obtener el aplauso del populacho con sus estrépitos de guerra y sus efectos melodramáticos, no observándose en ellas ni sombra siquiera del espíritu ni de las galas del lenguaje de los poetas más malos del tiempo de Calderón.

Julián aceptó la comisión, y entonces el señorito mostró remordimientos o escrúpulos de habérsela encomendado. Mire usted advirtió que allí se necesitan muchas agallas.... Primitivo es hombre de malos hígados, capaz de darle a usted cien vueltas.... Dios delante. Matar no me matará.

La ventera y su hija no vieron a otro más desocupado para poder socorrerle que a don Quijote, a quien la hija de la ventera dijo: -Socorra vuestra merced, señor caballero, por la virtud que Dios le dio, a mi pobre padre, que dos malos hombres le están moliendo como a cibera.

Consecuencia, derivación ó remate de esta trilogía dolorosa, son «Los malos pastores», obra sombría donde todo naufraga, porque de todo triunfan la injusticia, la desesperación y la muerte, como en el drama de Bjornson, «Más allá de las fuerzas».

No contaba con la huéspeda, es decir, con el inglés, quien, saliendo de su habitual pachorra, al averiguar los malos designios que se traía el socio, allí mismo le dijo cuántas son cinco, y armó el gran escándalo.

Seguramente no es por curiosidad ni por el placer de remover esos malos recuerdos. ¿Acaso espera el señor un cambio en la situación? Marenval salió de su meditación, miró al criado con un interés que nunca le había manifestado y dijo, poniéndole una mano en el hombro: No se sabe lo que puede ocurrir, amigo Giraud.

Palabra del Dia

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