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Habla de la hija, pero no de la madre. ¡Bastantes disgustos he tenido con la tal mujer, que tanto te persiguió! Pues la hija no te miraba con malos ojos... Señores, este hombre ha sido magnífico; lo es todavía. Y todas las mujeres, , todas, estaban con él como locas... habla, pues, á estos señores y no cuentes tus historias...

Hacemos esta salvedad, pues es de hacer, puesto que la india amante, no ofrece, sino que da, ó tira cuanto tiene. Como ejemplo, citaremos un hecho. Una mañana estaba á punto de levar anclas el magnífico vapor Gloria, de la casa Clano.

Mi compañero de viaje y querido amigo el insigne músico D. Mariano Vázquez me esperaba en la gran Basílica, enteramente solo, sentado delante del magnífico órgano llamado del Deán, arrancando de su hondo seno solemnes y patéticos gemidos.

Nadie pensaría que aquel magnífico patio pertenecía a la hidalga pero humilde morada de donde salía nuestro caballero. Y en realidad no era así. Aquella casita de paredes blancas y balcones de madera estaba allí solamente como un recuerdo de familia. A su lado, apartado treinta o cuarenta pasos, se alzaba un moderno y suntuoso hotel que bien pudiera denominarse palacio.

Al fin me serené, gracias á algunas frases bondadosas del siempre magnífico Duque, y haciendo un esfuerzo, respondí á la poetisa: «Y dado el principio de la novela; dados los dos personajes, la buhardilla, el cierro y lo demás, ¿qué discurría usted? ¿Cómo desarrollaría la acción?

Se apresuró a saltar a los prados y aguardó con ansiedad mirando sigilosamente por encima de la pared a que el jinete pasase. No transcurrieron dos minutos sin que en efecto cruzase por delante de él como un relámpago. Pudo reconocer perfectamente el magnífico caballo alazán del Duque. A éste no pudo distinguirle porque iba envuelto en un capote, con un gran sombrero calado hasta las narices.

En los cuatro ángulos de aquel magnífico coliseo, porque coliseo parece, se hallan cuatro escaleras espaciosas, las cuales, conducen al piso principal, en donde hay otro órden de mesas, dispuestas como abajo. Tiene una puerta grande de entrada, y dos laterales para la salida.

Paréceme que oigo trastazos como de dar con el zorro en los muebles. Estará de limpieza, aunque hoy no es sábado. Pero no importa que no sea sábado. Eso le conviene: trabajar, hacer ejercicio, distraerse, andar de aquí para allí. ¡Magnífico!... , , sin duda está de limpieza. Es un diamante en bruto esa mujer.

Los labios gruesos y sinuosos y manchados por el zumo del cigarro puro que traía apagado y mordía paseándolo de un ángulo a otro de la boca sin cesar. Podría tener unos sesenta años, más bien más que menos. Venía envuelto en un magnífico gabán de pieles que no había querido quitarse a la entrada por hallarse acatarrado.

Esta consideración, completamente secundaria para ella, no amenguaba su satisfacción. La noche de la tertulia, anunciada algunas semanas antes en la casa de la señora Aubry, los salones de la señora de Blandieres presentaban un magnífico aspecto, y la alegría era ya grande cuando los Aubry llegaron.