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Actualizado: 3 de mayo de 2025


Me acostaré, en fin, con el más alto magistrado del Estado, si éste tiene tiempo y deseos de hacerlo. Cuando una mujer abraza una carrera, conviene que abrace también a todos los que pueden facilitarle el acceso a la misma. Esto no me impedirá que entre en la Comedia Francesa, si se me antoja. ¡Por el contrario...! ¡Me ayudará a conseguirlo...!

La llenaba de perplejidad y de malestar, pues á veces aquella marca roja de infamia en el pecho de su vestido, parecía como si latiera y se agitase cuando Ester pasaba junto á un venerable eclesiástico ó magistrado, modelos de piedad y de justicia, á quienes el mundo contemplaba como si fueran los compañeros de los ángeles. ¿Qué malvado pasa junto á ? Se decía Ester para sus adentros.

La profesión política y la judicial son sin duda las que mejor y con mas rapidez permiten conocer a los hombres; pero hay casos en que el hombre político es presa de alguna de las mismas pasiones que presume poder juzgar en los otros, mientras que el magistrado, indiferente, sereno, extraño a los intereses que ve agitarse en torno suyo, está más que cualquier otro en situación de leer en el libro del corazón.

Pedro Vesín que había vuelto del palacio de Justicia hacía una hora, estaba sentado al lado del fuego y leyendo pacíficamente, cuando su criado le anunció la visita de Tragomer y Marenval. El magistrado dejó el libro, pasó al salón y dijo saliendo al encuentro de los visitantes con la mano extendida: Mi querido vizconde, y usted, primo, sean bien venidos. ¿Qué buen viento les traer?

El descarado mentir de su colega provocaba en el magistrado andaluz una indignación a veces fingida, otras real, que siempre alegraba a la compañía.

Dimmesdale, por lo tanto, no oyendo nada que indicase una alarma general, separó las manos del rostro y miró en torno suyo. En una de las ventanas de la casa del Gobernador, que estaba á cierta distancia, vió la figura del anciano magistrado envuelta en una blanca bata de dormir, con una lámpara en la mano y un gorro de noche en la cabeza. Parecía una fantasma evocada en mal hora.

El jóven filósofo habla sobre el particular con un magistrado de profundo saber y dilatada experiencia, quien opina que la abolicion de la pena de muerte es una ilusion irrealizable.

No concurrían á ellas más que hombres y en vano algunas señoras de la alta sociedad, atraídas por los relatos que oían, quisieron ser invitadas. Se mantuvo la consigna y los secuaces de Epicuro que frecuentaban la casa del magistrado no vieron turbada su tranquilidad por la intervención de las mujeres.

También había ordenado que el domicilio de la difunta en Niza y el del nihilista en Zurich fuesen registrados, y había pedido informaciones sobre Zakunine a la legación de Rusia. Mientras tanto, hizo el magistrado llamar a Vérod, para que le explicara con precisión cuál había sido su situación tocante a la Condesa.

Y fue verdad que hubo gente nueva en el baile, y bastante, y de muy buen porte; y también se confirmaron las sospechas de la hija mayor del magistrado cesante: allí se le apareció de golpe su novio, tal como ella le había descrito, con la barba y el pelo rubios y recortados, alegre y cariñoso, a juzgar por las muestras del momento.

Palabra del Dia

bagani

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