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Actualizado: 19 de junio de 2025


Mas vošotros, no querays šer llamados Rabbies, porque uno es vueštro Maeštro, el Chrišto: y todos vošotros šoys hermanos. Y vueštro Padre no llameys

Todavía le dió otros tres o cuatro pases superiores, de verdadero maestro, con los cuales arregló la cabeza al pobre Raimundo, esto es, le dejó inmóvil, confuso, fascinado, como ella le quería, en suma. Al mismo tiempo explicó con habilidad aquellas manifestaciones de simpatía un poco extrañas cuyo recuerdo la avergonzaba.

Ni quiere decir esto que la circunstancia de estar comprendidos en un ciclo, prive a los poetas de originalidad. No hablamos aquí, ni valiera la pena de que hablásemos, de aquellos que rastrean servilmente la pista del maestro para posar sus pies en las huellas que va dejando, porque no merecen los tales nombre de poetas.

Otras veces, la inquilina del cráneo se despertaba impetuosa, haciendo toda clase de cabriolas y extravagancias, y el ilustre maestro pasaba de golpe á vivir en un mundo quimérico, mientras su cuerpo se movía en este mundo terrenal.

Cousin ha podido decir: «Malebranche es con Espinosa, el mas grande discípulo de Descartes: ambos han sacado de los principios de su comun maestro, las consecuencias que en los mismos se contenian. No se concibe, repito, cómo ha podido asentar tamaña paradoja quien haya leido siquiera las obras del insigne metafísico.

Contábase en el número de estos últimos, uno que, para desgracia de Jacques, se creía éste en el deber de tolerar; llamábase el tal Gustavo Calvat, era hermano de la primera mujer de Fabrice y, por consecuencia, tío de Marcelita; sus relaciones con el pintor remontaban a la época, ya lejana, en que los dos fueron discípulos de idéntico maestro en el mismo taller.

Tal fué el célebre maestro frai Alonso Gudiel, religioso tambien agustiniano i gran predicador que pereció dentro de las cárceles del tribunal del Santo Oficio, i cuyo cadáver fué estraido de alli i entregado á los frailes de su órden para que le diesen sepultura; pero no la paz i perpetuo descanso que se suele dar á los difuntos, porque todavía se continuaba su causa i en tanto sus huesos corrian peligro de ser inquietados.

Al fin, el matador se fijaba en ellos: «Pueen ustés retirarse.» Y la cuadrilla salía empujándose, como una escuela en libertad, mientras el maestro continuaba escuchando los elogios de los «inteligentes», sin acordarse de Garabato, que aguardaba silencioso el momento de desnudarlo.

Los rivales de mi maestro, Jacinto Ocaña, el director de la «Escuela del Cura», y Agustín Venegas, el de la «Escuela Nacional», creyeron que el sonetista era el «pomposísimo», y al domingo siguiente, cuando esperaba yo elogios y aplausos, salió en «La Voz de Villaverde» un articulejo desentonado y cáustico, en que ponían a don Román de oro y azul. Corrí a verle: ¿Ya leyó usted? le dije al entrar.

El reparto se ha hecho mal y entre pocas personas que se han enriquecido. La futura revolución tendrá, pues, por objeto apoderarse de otros bienes y repartirlos con mayor equidad entre todos los pobres. El maestro de escuela, que era liberal e individualista, respondió de este modo: No es exacto que la revolución haya despojado inicuamente de sus bienes a la Iglesia.

Palabra del Dia

consolándole

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