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Actualizado: 11 de mayo de 2025
Con diez ú once canoas esquifadas La vuelta dá el malvado, procurando Que no esten las personas recatadas, Mas antes las ocupa rescatando. No quiero referir, pues, cuan turbadas Lo estaban, segun supe, y cuan temblando: Mas con todo se dieron tanta maña, Que no quajó el cartero su maraña.
Por el camino, doña Lupe decía: «Es lástima que Nicolás se haya ido a Toledo hace dos días, pues si estuviera aquí, él daría pasos por su hermano, y con seguridad le sacaría hoy mismo de la cárcel, porque los curas son los que más conspiran y los que más pueden con el Gobierno... Ellos la arman, y luego se dan buena maña para atarles las manos a los ministros cuando tocan a castigar.
Simpático, el viejo, ¿eh? dijo Lorenzo al subir al break. ¡Y diablo! le contestó Baldomero, él sabe darse maña para arreglar cualquier enredo dejando contento a todos. ¿Debe ser muy viejo, no? ¡Viejísimo! señor, si cuando yo vine aquí, al campo de los «Astules» y ¡mire que hace años! ya era viejo blanco en canas... Y don Melchor, ¿para dónde agarramos? ¿Iremos hasta el arroyo?
Feliciana le ayudaba, estimulándole con maña, y así logró Rubín decir a la otra algunas cosas que por disimulo de sus sentimientos quiso que fueran maliciosas. «Tardecillo vino usted anoche. A las once no había vuelto usted todavía». Y por este estilo otras frases vulgares que Fortunata oía con indiferencia y que contestaba de un modo desdeñoso.
Este acto de violencia, cuando lo que hacía falta era maña y dulzura, les llevó a los tres a la cárcel de Villa, donde habrían estado todo el tiempo que exige una buena y voluminosa causa de mil folios, si no vinieran en auxilio de Navarro las tramas que hemos mencionado, en auxilio del fraile el fuero eclesiástico, y del capitán la muerte, que se le llevó a los seis meses de encierro.
Fray Fernando Jesús de Arce era testarudo, y dijo en el primer momento que no acataba el mandato mientras no viniese del mismo Papa; pero su amigo, el comisario general, consiguió apaciguarlo, diciéndole: Padre reverendo, más vale maña que fuerza. Pues la cuestión ante todo es de amor propio, éste quedará a salvo acatando y no cumpliendo.
Moisés les replica: La ponzoña del pecado Alma y sentidos infesta, Convino que en el metal Tenga sólo la apariencia Del pecador. Entonces se presentan de nuevo las dos nubes ya conocidas: la una para trazar el camino á los hebreos en el desierto, y la otra para dispensarles el maná. El Angel de una de ellas dice entonces: ÁNGEL 2.º
¿Cómo, pues, habla con tan poco respeto de la poesía que hizo surgir la luz de la inteligencia, el mundo moral de las ideas, del caos sin forma ni color de las masas inertes de nuestro ser material? ¡Arrodíllate, pecador, y pide la absolucion de tu blasfemia, á los piés de esa madre misericordiosa, que se llama poesía, y de cuyo seno mana la leche y la miel con que alimentas tu alma!
Mas he aquí que un día, al bajarse Timoteo para recoger un corcho que se había caído al suelo, vio don Pantaleón en su cuello una mancha encarnada que al punto le pareció de carácter herpético. Nada dijo por entonces. Procuró con maña cerciorarse. Pronto logró averiguar que Timoteo, en efecto, padecía de herpetismo.
Abá, ñora, porque 'tallá el maná prailes y él maná empleau, contestó un hombre; 'ta jasí solo para ilós el cabesa de espinge. ¡Curioso tambien el maná prailes! dijo la voz de mujer alejándose; ¡no quiere pa que di sabé nisos cuando ilos ta sali ingañau! ¡Cosa! ¿querida ba de praile el cabesa?
Palabra del Dia
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