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Actualizado: 19 de julio de 2025
La Condesa de Astorgüela, deseosa de proteger a Tirso, o acaso con ulteriores miras, hizo que las Hijas de la Salve le emplearan, confiándole en compañía de otros sacerdotes la misión de dirigir las prácticas piadosas y explicar la doctrina a las hermanas que formaban la Limosna de la luz. ¿A quién podían elegir sino al ministro de Dios que recientemente dio en el púlpito tan brava muestra de fervoroso celo?
Todos experimentamos que en nosotros hay dos hombres; uno inteligente, activo, de pensamientos elevados, de deseos nobles, conformes á la razon, de proyectos arduos y grandiosos; otro torpe, soñoliento, de miras mezquinas, que se arrastra por el polvo cual inmundo reptil; que suda de angustia al pensar que se le hace preciso levantar la cabeza del suelo.
Preciso es que la intriga más enredada se haya fraguado para oponerse a nuestras miras. ¿Intriga, M. Sans-délai? No hay hombre capaz de seguir dos horas una intriga. La pereza es la verdadera intriga; os juro que no hay otra: esa es la gran causa oculta; es más fácil negar las cosas que enterarse de ellas.
Tú eres la imágen de nuestra vida, Cuando con giros precipitados Por tus cadenas aprisionados A tus cautivos miras correr. Así del hombre giran las horas Encadenadas por el destino, Y en torno suyo cual torbellino Pasan.... mas nunca se ven volver! Cada giro presenta un aspecto Como faro que brilla y se eclípsa: Ya es un rostro con grata sonrisa, Ya una frente que anubla el dolor.
En el seno de tu madre Tu frente oculta, ángel mio, Cual la gota de rocío En el cáliz de la flor, Y mientras el mundo torpe No empañe de tu cabeza El sello de la pureza, Duerme tranquila, Leonor. Flor delicada y hermosa En el jardin de la vida, Hoy te miras protegida Por el maternal amor. ¡Ay! antes que por los cierzos Te mire despedazada, En esa blanda almohada Duerme tranquila, Leonor.
El individuo ó la colectividad que acomete grandes empresas y que tiene elevados propósitos y miras, no puede menos de tener también el inevitable orgullo ó sea la creencia de que es capaz de dar cima á aquellas empresas y de realizar aquellos propósitos, claro está que contando siempre con el auxilio divino, lo cual será muy piadoso, pero, francamente y en realidad, no es humilde.
El pañuelo se le había desatado de la cabeza, y deshecho el peinado, sus espesas guedejas le caían sobre los hombros. «¡Qué marido este! pensaba, recogiéndose el cabello , ¡ni atar un pañuelo sabe!». Después creyó ver ojos, que en aquella profunda oscuridad la miraban. «Debo de estar soñando todavía. ¿Qué me miras tú? ¿Qué dices? ¿Que estoy guapa? Ya lo creo. Más que tu mujer».
Yo si te veo, te veo a todas horas, y no en retrato. Entorno los ojos, y luego apareces delante de mi, igualito, como eres.... Y te hablo, y me hablas, y eres conmigo muy cariñoso, muy tierno! Y me miras, y te miro.... Entonces soy dichosa, muy dichosa, y siento que soy la más feliz de las mujeres. Pero cuando me pongo triste y con ganas de llorar, entonces cierro los ojos y... ¡no te veo!
Hay complicacion de miras: falta la sencillez de intencion; esa sencillez tan recomendada por el cristianismo, y que aun en la region de la filosofia encierra un sentido tan profundo.
El ex-abate, al partir, se reía con muy buenas ganas del joven militar, á quien quería servir llevado de miras ulteriores, esperando un ventajoso arrimo en aquella situación política. El otro se dirigió á su casa, pensando á la vez en la repugnante astucia de don Gil y en los peligros de su aventura.
Palabra del Dia
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