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Actualizado: 29 de mayo de 2025
"Zegunda prueba chilló Tres Pesetas: toma esta espada, pincha á uno de nosotros." Y sacando un sable le dió de plano tan fuerte golpe, que le obligó á caer en opuesto sentido. "Dí ¡viva la constitución! ¿Pues no lo ha é ezir? Y si no, yo tengo aquí unas explicaeras... vociferó el matutero, sacando su navaja. Este tunante fué el que delató al cojo de Málaga dijo el caballero particular.
Imaginó que Dios le enviaba aquella severa advertencia por el abandono cruel en que había dejado á su hija. Cavilosa y triste durante algunos días y consultada con su confesor y con su hermana, resolvióse á recoger el fruto de sus amores, llamarla hija y hacerla su heredera. El médico había aconsejado que María pasase el invierno en Málaga.
Sin duda por caminar más cómoda y seguramente, se unió Velázquez a la comitiva y esto hizo decir al bueno de Palomino que «fue enviado por Su Majestad a Italia con embajada extraordinaria al Pontífice Inocencio X». Lo cierto es que el Rey, por orden de 25 de Noviembre de 1648, mandó que a «Diego Velázquez su Ayuda de Cámara que pasa con este viaje a Italia, a cosas de su Real servicio, se le diese el carruaje que le toca por su oficio, y una acémila más para llevar unas pinturas»: con lo cual, acompañado de su esclavo Juan de Pareja, salió de Madrid a 16 de Noviembre y llegó a Málaga donde la flota se hizo a la vela, jueves 21 de Enero de 1649.
La Felipa, la Socorro y la Nati, cortesanas famosas en la capital, que fueron queridas de muchos personajes, ministros, banqueros y grandes de España, lo habían sido antes de él. El fué quien, por medio de sus celestinas, las había sacado de la calle de la Paloma, del barrio de Triana en Sevilla o del Perchel, de Málaga, y había gozado de sus primicias.
Echeloría fue a Málaga varias veces, con su padre y con su novio, a recorrer dichas tiendas y a comprar galas para el suspirado día del casamiento. Hallábase a la sazón en Málaga uno de los más audaces y sabios marinos que había entonces en el mundo: el célebre Adherbal.
La dama se calla otra vez, pero experimenta leve disgusto; para que se vaya a casa satisfecha y coma con apetito, es preciso que estén en el paseo la de Quintanar, la de Beleño, la de Casagonzalo, la de Trujillo, la de Torrealta, la de Villavicencio, la de Córdova, la de Perales, la de Vélez Málaga y la de Cerezangos, a quienes está viendo hace veinte años, en todos sitios y a todas horas: si no, se marcha mal humorada, diciendo que el paseo estaba muy cursi.
En otras ocasiones, pedía el marqués, corriendo, mil duritos para salir de un apuro. «Tómalos de un comerciante de Málaga escribía a D. Acisclo , prometiendo pagarlos en aceite dentro de dos meses, que será la cosecha».
Blas Nasarre, prólogo á la segunda edición de las Comedias y entremeses de Cervantes: Madrid, 1749, y Apología del discurso preliminar á las comedias de Cervantes: Madrid, 1750. Montiano y Luyando, Discurso sobre las tragedias españolas: Madrid, 1750. Velázquez, Orígenes de la poesía castellana: Málaga, 1754.
El rebenque, cayendo sobre las espaldas de los forzados, acrecentó su fuerza locomotora, y el corsario logró escapar de la persecución, aunque sin arribar a Argel, sino llegando en su fuga hasta cerca de las costas de Málaga. Desde este puerto, divisaron el bajel corsario barcos de guerra de Castilla que salieron a darle caza.
De la mejor de estas novelas, Cristianos y moriscos, dice Cánovas del Castillo en su obra El Solitario y su tiempo: "Si alguien quiere conocer lo que a la raíz de la conquista de Granada era un pueblo de la serranía de Ronda, de la Ajarquia de Málaga o de la Alpujarra, y por qué manera se pensaba en él y se vivía, no tiene más que recorrer las páginas de aquel librillo delicioso.
Palabra del Dia
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