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Actualizado: 7 de julio de 2025
Bosques de álamos blancos y de muchos árboles gigantescos se suceden, alternando á veces con hermosas praderas, donde saltan y retozan los magníficos potros, las lustrosas vacas y las robustas ovejas de las crias escogidas pertenecientes al patrimonio real, ó á varios propietarios que poseen terrenos en las márgenes ó vegas del Tajo.
Su rostro, de ingenua expresión, algo aniñado, sólo adquiría cierta respetabilidad viril gracias á un bigote rubio obscuro, recortado como un cepillo de dientes. Este exiguo bigote y la raya correcta que partía sus cabellos en dos masas idénticas y lustrosas eran los detalles más visibles de su fisonomía en momentos de tranquilidad.
El severo papel verde botella del salón realzaba su blancura. Marta tenía frente a sí a las señoras de Delgado; tres hermanas, una viuda y dos solteras. Todas pasaban de los cuarenta. Las solteras no fiaban de su juventud, pero tenían absoluta confianza en el poder de sus espaldas lustrosas y en sus brazos redondos y crasos.
Y había que oír con qué ligero tono de desprecio marcaba aquello de ideólogo y lo de sabiduría adquirida en los libros y lo de vivir fuera de la realidad. Muy bien; así, así, le decían los compañeros de comisión, moviendo sus cabezas peinadas, lustrosas e indignadas contra todos los seres que quisieran vivir fuera de la realidad. Había que cantarles las verdades a los ideólogos.
Una mesa de tocador, tres sillas de viejo nogal, pesadas y lustrosas, un cojincillo erizado de agujas y alfileres, banqueta y cama de caoba de muy voluminosa arquitectura, cubierta con manta palentina, completaban el ajuar.
En torno de la cruz de plata agolpábanse los negros bonetes, las rizadas sobrepellices y las lustrosas chisteras del acompañamiento.
Había allí tal abundancia de ranas, lagartos, sapos, escuerzos y otras sabandijas, que era la tierra de promisión para aquel pájaro zancudo, el cual, por su gran tamaño y por la extraordinaria longitud de sus alas, cubiertas en los extremos de lustrosas y negras plumas, dejaba conocer que era del género masculino. Lo que Poldy no acertaba a determinar era si el pájaro estaba casado o soltero.
Los vidrios de las ventanas le dirigían miradas amistosas; las lustrosas tejas del techo brillaban; se sentía, como siempre, que ese techo abrigaba el reposo de una vejez rodeada de amplias comodidades.
Levantando la vista sobre las colinas del E. S.-E., que dominan la márgen derecha del rio, se ven sobre alfombras de grama los mas alegres bosquecillos y huertos, y senderos caprichosos cavados en las peñas, y luego se extienden hasta perderse en el horizonte lejano de los Alpes berneses, bajo un cielo sereno y dulce, lustrosas praderas donde pacen los ganados de cria y alegres campiñas donde medran las mieses y numerosos grupos de árboles frutales.
Gastaba melenas, no de las románticas, desgreñadas y foscas, sino de las que se usaron hacia el 50, lustrosas, con raya lateral, los mechones bien ahuecaditos sobre las orejas. El movimiento de la mano para ahuecar los dos mechones y modelarlos en su sitio, era uno de esos resabios fisiológicos, de segunda naturaleza, que llegan a ser parte integrante de la primera.
Palabra del Dia
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