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A los lados del barco el agua producía un murmullo, interrumpido por el estruendo de algún golpe de mar: cuchicheo misterioso y monótono. Las espumas, fosforescentes sobre el lomo negro de las olas, parecían tritones luminosos que nos perseguían jugando. Pasamos por delante de la playa de las Animas. Bisusalde y las casas de Izarte, próximas al acantilado, se veían a la luz de la luna.

Hablaron todavía un buen rato en la terraza, donde, en medio de un suave crepúsculo, esparcían las madreselvas su penetrante perfume; después, ya casi completamente oscurecido y cuando comenzó a mostrarse la luna por encima de los bosques, levantóse Delaberge para despedirse y Simón Princetot hizo lo mismo. ¡Buenas noches, señores! dijo la señora Liénard.

Reverendísimo padre, me vuelvo a Europa. ¿Alguno de vuestros compañeros va acaso en misión hacia Shang-Hai? El venerable superior se caló los lentes, y hojeando un ámplio registro en letra china, murmuró así: Quinto día de la décima luna. , el padre Anacleto va a Tien-Tsin, a hacer una novena. Duodécima luna, el padre Sánchez para Tien-Tsin también, a explicar el catecismo a los huérfanos.

Con igual firmeza los de Aldama rechazaron este deseo e impusieron sus condiciones. Dos disparos simultáneos a treinta pasos: inmediatamente otros dos a veinte avanzando cinco cada uno. Cuando salían del saloncito después de haberlas convenido llegaba Narciso Luna, aquel joven-viejo o viejo-joven amante de la condesa de Peñarrubia.

Ser fuertes en el día es cuestión de lujo. Seamos pues débiles e inermes mientras que no podemos ser lujosos. Imitemos a Don Quijote, cuando quiso hacerse pastor después de vencido por el Caballero de la Blanca Luna.

Catalina, la genovesa, avisó una vez más que la comida se pasaba. ¿Y ese Quilito? ¿qué hace ese muchacho? Iré yo a llamarle dijo la señora. Salió y subió a las habitaciones altas, donde encontró al niño de la casa, a medio vestir todavía, plantado delante del armario de luna, a tirones con la corbata, que no conseguía poner a su gusto. Pero, ¡Quilito! dijo la señora en la puerta, ¿acabarás?

Al llegar el fiscal en la larga lista de acusación al nombre de Luna, detúvose un instante para lanzarle una mirada feroz.

Basta para ello con examinar la figura 20, que representa una revolución completa de la Luna alrededor de la Tierra. En ella se ve á nuestro satélite en ocho posiciones principales sobre su órbita, cuyo centro está ocupado por la Tierra. Se supone que el Sol se halla fuera de la figura á una distancia igual á cerca de 400 veces la de la Tierra á la Luna.

En la orilla misma se levantan aun las ruinas de un templo de las ninfas que se creía en otro tiempo haber sido consagrado á Diana, la diosa casta, á causa, sin duda, de la belleza de las noches, en las que se refleja sobre las aguas el disco de la luna rielante y tembloroso.

Decidme, Simón, interrumpió vivamente Roger, la causa de vuestra querella, para ver si ello admite honroso arreglo, antes de que os degolléis como enemigos implacables. El arquero miró pensativamente al suelo y después á la luna. ¿La causa, muchacho? ¿Y cómo quieres que yo me acuerde de tal cosa, cuando nuestra disputa ocurrió allá en Limoges hace más de dos años?