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Actualizado: 11 de noviembre de 2025
En aquel punto apareció Morsamor donde Urbási pugnaba por que Balarán no se la llevase consigo. ¡Sálvame, Morsamor! dijo al verle . ¡Amor mío, libértame de este aborrecido tirano! El corazón del Brahmatma ardió en celosa ira, al ver a su rival y al oír las amorosas palabras con que Urbási le llamaba.
Ya algo más apartados de las murallas y cerrada la noche, disminuyó el peligro y pusimos los caballos al galope. El magnífico animal que yo montaba iba tan ligero como si no llevase la menor carga. La noche era hermosa y no tardó en aparecer la luna. Hablamos poco y eso reducido casi exclusivamente a los progresos que hacíamos en nuestra jornada.
Y Batiste, sereno, firme, sin arrogancia, reía de la inquietud de su familia, mostrándose cada vez más atrevido según iba transcurriendo el tiempo desde la famosa riña. Se consideraba seguro. Mientras llevase pendiente del brazo el magnífico «pájaro de dos voces», como él llamaba á su escopeta, podía marchar con tranquilidad por toda la huerta.
Yo no aconsejaría a ninguna madre que llevase allí a sus hijas, pero hay muchos hijos que van con sus padres y salen igual que han entrado.
Sobre todo le encargó que llevase alforjas; e dijo que sí llevaría, y que ansimesmo pensaba llevar un asno que tenía muy bueno, porque él no estaba duecho a andar mucho a pie.
Y luego fué uno de los cuatro mozos que allí tenian, al cual se le dijo que llevase la embajada que ya habeis oido; el cual mensajero se partió y llegó donde estaba Viracocha Inca, y díjole su embajada de parte de Inca Yupanqui.
Ella replicaba que sólo se adora a Dios y a los santos, que le bastaba ser querida, pero muy querida, y que la única ambición de su vida era ser mi mujercita, que yo la llevase a donde bien quisiera, aunque fuese a Galicia. Viendo sus ojos posarse sobre los míos anhelantes, escuchando su dulce acento enternecido, cualquiera diría que estaba profundamente enamorada de mí.
La moza, con ardid y fingimiento, Al cristiano rogó no se apartase De allí, si la queria dar contento, Sin que primero al muerto sepultase; Y que concluso ya el enterramiento Con él en el caballo la llevase. Procurando el mancebo placer darle, Al muerto determina de enterrarle.
Antes que don Casiano se llevase á la boca el vaso lleno que tenía en la mano le dijo con ímpetu: Pero vamos á ver, hombre, acabe usted de una vez, ¿qué diablo le trae á usted por aquí? El actuario bebió el vaso de sidra con toda calma, lo depositó igualmente en el poyo, sacó el pañuelo y se limpió la boca tres ó cuatro veces con más sosiego aún bajo la mirada impaciente de D. Félix.
Y si por casualidad alguno lo llevase, es bien seguro que no le pasaría siquiera por el pensamiento jugar con él. Don Rosendo, al oir la frase, quedó repentinamente mudo y pálido. Un fuerte murmullo de sorpresa corrió por todo el ámbito del teatro. Algunos gritaron: ¡Fuera! Otros dijeron: ¡Chis, chis!
Palabra del Dia
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