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Actualizado: 9 de junio de 2025


¿Qué tienes, hombre? ¿qué haces aquí? te estoy llenando de polvo la ropa nueva.... Don Fermín salió del comedor. Entró en el despacho. Teresina hacía la cama del señorito. No le oyó entrar porque cantaba y la hoja del jergón sacudida le llenaba de estrépito los oídos. El señorito como huyendo, salió del despacho también. Salió de casa.

Los gritos de «¡Viva España!, ¡Viva Fernando VIIparecían sublime concierto que llenaba el espacio, como antes el ruido del cañón; y el mundo todo se estremecía con el júbilo de nuestra victoria y con el desastre de la Francia, primera vacilación del orgulloso Imperio.

El dinero se mostraba alguna vez en ciertos autores, pero como un accesorio, como un telón negro para que se destacasen mejor las figuras de los personajes simpáticos. El amor, con sus combinaciones y conflictos innumerables y siempre iguales, era el que llenaba por entero libros y comedias.

Alegre todo el día, activa, solícita, llenaba el hogar del Magistral de cantares religiosos a los que daba, sin saber cómo, sentido profano, aire de la calle. Aquel tono alegre era más picante por el contraste con el rostro de Dolorosa de la joven.

Cuando Carlos V concibió la primera idea de retirarse del mundo, fijó desde luego su atención, como en lugar muy á propósito para acabar tranquilamente su vida, en el Monasterio de Yuste, cuya fama llenaba ya el orbe cristiano, no sólo por la grandiosidad de su fábrica y por la riqueza de la Comunidad, sino también por lo ameno, sosegado y saludable de aquel solitario sitio.

Nadie venía a interrumpir esta tertulia de los tres, salvo Antoñuelo, que escamaba mucho a don Paco y le llenaba de sobresalto y de mal humor.

Allí piernas, ojos, brazos y hasta niños completos, y bastantes tablitas pintadas al óleo, donde el milagro se representaba, y por medio de un largo letrero escrito al pie quedaba explicado. La multitud llenaba el templo. En el centro, las mujeres, de rodillas o sentadas en el suelo, se abanicaban casi todas. El movimiento de los abanicos de diversos colores alegraba la vista.

La víspera, había apenas dirigido una mirada a esa criaturita; ese día, al verlo, mi pecho se dilataba y se llenaba de una ternura infinita. Desde ayer te has vuelto más pura y mejor me dije mentalmente. La visita fue larga, de una duración inquietante. Al fin, la puerta de la habitación contigua se abrió; el médico salió solo.

Salimos de la casa, tomando cada cual la cabalgadura que se le había destinado, juntamente con un sable y dos pistolas. El bagaje se repartió entre todos. Un criado antiguo se había encargado del dinero, otro llevaba las ropas del señorito; Marijuán llenaba sus alforjas con abundantes provisiones, y en mi grupera pusimos varios encargos y las cartas que D. Diego debía entregar en Córdoba.

Yo me encontraba en una situación enteramente excepcional, y sufría todas sus consecuencias. Sin embargo, las aceptaba, y cien veces que hubiera sido necesario hubiera vuelto a casarme con Amparo. ¡Cómo llenaba mi alma! ¡Cómo la enloquecía! ¡Cómo la desesperaba! ¡Cuánto la había divinizado mi amor! Todo en ella para era perfecto. Todo en ella para era ardiente.

Palabra del Dia

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