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Actualizado: 11 de mayo de 2025
¡Se ha muerto! exclamó Fortunata sintiendo una fuerte sacudida en su alma. Sí, a las diez y media. Parecía que estaba esperando a que llegara yo para morirse... ¡pobrecilla! Vengo horrorizada. Si yo lo sé, no parezco por allá. Estos cuadros no son para mí.
Pero ignoramos hasta donde llegará la poderosa eficacia de este agente terapéutico sobre la circulacion en estas circunstancias. No negamos que se puedan obtener buenos resultados, pero varios medicamentos han dado ya sus pruebas en esta terrible enfermedad.
Así camina una más ligera. Reía con cierta agresividad, como si desafiase al porvenir. Cuando llegara a Buenos Aires, subiría a un coche, el primero que le saliese al paso, ordenando al cochero que la llevara a un hotel español. En el hotel pagarían el importe de la carrera. Y luego, a vivir, a esperar... En peores trances se había visto. Una mujer como ella podía correr el mundo sin una peseta.
Pensar, señor, que yo podré nunca llegar a tiempo es donaire; siempre seré el postrero en auisos como en méritos, y assy suplico a V. M.^d mande a las personas por cuya mano passan estas prouisiones, que lo que de aquí adelante vacare de Abadías y beneficios ecclesiásticos hasta la quantidad que V. M.^d me ha offrescido, se reserue para Anthonio Peres y para el complimiento que V. M.^d le tiene offrescido, porque de otra manera nunca llegará la hora en que yo la gose, y si el hauer pedido alguno a V. M.^d lo que agora ha vacado, antes que llegasse mi auiso, ha sido causa de que no me haya hecho V. M.^d la merced.
Esta es la india rica, este es su tipo. Llegará la tarde y disfrutará un momento de vanidad al contemplarse rica y hermosa: se comparará con las demás y se verá la dalaga mejor ataviada de la procesión.
Elena ha empezado el inventario por el exterior; después llegará a lo principal.» Y me dio usted un cachetito en la mejilla. Era yo muy niña, pues tenía seis años; pero siento aún en el carrillo la dulzura de aquel cachetito consolador. Mi padre está ahora mejor y ha vuelto a todas sus costumbres de trabajo, a sus estudios y a sus lecturas.
Pues si el vernos objeto de un cuidado tan natural merece las gracias, cuando adelantemos algo en esta línea de decepcion, ¿quién no concibe que llegará tiempo en que darémos gracias por no ser saqueados ó muertos á puñal? ¡No! Este hábito no es ni competencia, ni amabilidad, ni menos cultura.
Exactamente confirmó Leto ; y si usted continúa fijando la atención en ese ruido, llegará a oír conversaciones, y cantos a la sordina... y todo lo que usted quiera, hasta acabar por dormirse. Tras esto callaron todos por un buen rato, como si se tratara de poner a prueba las afirmaciones de Leto, mientras el yacht continuó deslizándose al mismo andar.
Bien continuó: hay veinte ó treinta hombres señalados ya en la opinión como víctimas. ¿Cómo víctimas? interrumpió Pinilla. Sí, ha de haber un atropello. Hasta dónde llegará este atropello, es lo que no puedo decir á ustedes. Ya sabemos lo que es este pueblo. ¿Pero ese atropello parará en una matanza? preguntó uno de los dos desconocidos. Eso es lo que no sé. Atropello ha de haber.
Mira, estoy tan cierto de ello, que ya no debes temer que me mate.... No quiero morir, porque sé que es la ley de las cosas que un día vengas a mí, y ese día que llegará quiero estar aún en el mundo para abrirte así los brazos.
Palabra del Dia
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