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Actualizado: 6 de mayo de 2025


Doña Clara buscó agua, y no encontrándola, sacó de su seno un pomito de agua de olor y la esparció sobre el rostro de la duquesa. Al poco tiempo, como el desvanecimiento había sido ligero, doña Juana volvió en . Vió á los jóvenes y se ruborizó. Ellos conocían su secreto. La duquesa se había visto obligada á llamarlos. Su honor exigía una explicación, una revelación.

Es más antropomórfico y, por lo tanto, menos divino, entender que Dios arregla el universo como el relojero arregla la máquina de un reloj, y que da, por ejemplo, alas a los pájaros para que vuelen, ojos a los que ven para que vean, y a los que entienden entendimiento para que entiendan, que entender que Dios pone en la substancia, en la materia, en los átomos o como queramos llamarlos, un anhelo indefectible y un movimiento en dirección segura, firme y sin posible extravío, por cuya virtud, el anhelo de vivir crea la vida, el de volar, las alas, y el de ver, los ojos.

Los árabes, sin embargo, no eran muchos, y arrastraron en su expansión, valiéndose de ellas para triunfar, á hordas bárbaras ó semi-salvajes, como los habitantes del Norte de Africa, mauritanos, bereberes, ó como queramos llamarlos. En España se llamaron y se llaman moros. Sin duda por cada árabe de los que vinieron á la conquista de España, bien se puede suponer que hubo un centenar de moros.

Que su conocimiento y trato con ellos, de 40 años á esta parte, sus entradas á la tierra, y el llamarlos parientes, y amigos con alguna sagacidad que ha puesto para saber este asunto, le ha hecho noticioso de que es cierto lo expuesto, y de que existen tales poblaciones, porque lo ha oido decir á indios principales caciques de razon, y lo ha confrontado con lo mismo que ha oido á otros, y todos concuerdan en una misma cosa.

En este idioma nos preguntaron qué queriamos comer. Perdonen ustedes señores, no me atreví á llamarlos garçones; no somos italianos: somos gentes que querémos comer, y que agradecerémos á ustedes infinito que nos traigan pronto la lista de la fonda.

12 Oyeme, Jacob, y , Israel, llamado mío: Yo mismo, yo el primero, también yo el postrero. 13 Ciertamente mi mano fundó la tierra, y mi mano derecha midió los cielos con el palmo; al llamarlos yo, aparecieron juntamente.

Una vez apoderados ellos del cetro, veréis lo que tarda nuestra generación, entonces caduca é impotente, en llamarlos dementes y desatentados; casi tan poco como en que ellos nos miren con lástima, y, alumbrados por el sol de la electricidad, se rían á nuestras encanecidas barbas de los resoplidos del vapor de nuestras locomotoras. Y esto ¿qué significa?

Llegados a un bosquecillo no muy distante de la fortaleza, dispuse que nuestros tres acompañantes se quedasen allí con los caballos. Sarto tenía un silbato con el cual podía llamarlos en mi auxilio; pero hasta aquel momento nadie nos había visto ni aparecía señal de peligro. Yo tenía la esperanza de que Miguel siguiera desprevenido, creyéndome postrado todavía en el lecho.

No es posible dudar del verdadero amor que profesó este Monarca al arte dramático, ni de sus merecimientos en protegerlo y fomentarlo. Pruébalo la penetración con que supo distinguir á los poetas de más talento y más dignos de su aprecio para llamarlos á su lado, entre la infinita muchedumbre de ellos que se esforzaba en granjearse sus favores.

Dicen exclamaba atribulado el Vizconde que nuestro siglo carece de ideal. Las personas que presumen de poéticas y delicadas deploran mucho esta carencia. ¿Puede imaginarse mayor majadería? Al contrario: en nuestro siglo hay plaga de ideales. Son una epidemia, casi estoy por llamarlos una epizootia, causa de mil infortunios, guerras, revoluciones y muertes.

Palabra del Dia

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