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Actualizado: 5 de junio de 2025


No faltó quien viniese a avisar en seguida a Belinchón de la zurdada del alcalde respecto de la música. Estaba empezando a comer cuando recibió la noticia. Con admirable serenidad, que debían envidiar sus enemigos, concluyó el plato de sopa que tenía delante, se limpió los labios, bebió un trago de vino, volvió a limpiarse los labios, y levantándose acto continuo, salió sin decir palabra.

Descorramos las conchas, alcemos el tapanco ó descansemos un momento bajo el carang, y al tornasolado de las primeras, veremos á la india rica; bajo la palma del segundo, podremos estudiar la india industrial, ó sea la clase media, y al abrigo del tercero se nos presentarán perfectos modelos de las hijas desheredadas de todos aquellos dones que no sean el mojarse cuando llueve, admirar el sol cuando sale y limpiarse el sudor si tiene con qué cuando calienta, dones todos que la naturaleza prodiga de tal forma en el Oriente, que cuando llueve lo hace tres ó cuatro meses seguidos, con una fuerza, un viento y unos truenos, que ni hay más que dar, ni más que pedir.

Jaime, despojándose del sombrero para limpiarse el sudor de la frente, se refugió bajo las arcadas de un pequeño claustro que precedía a la iglesia. Allí experimentó la misma sensación de bienestar del árabe que se acoge a un solitario morabito tras la marcha por el arenal inflamado como un horno.

Son muy cómodos, ligeros, resguardan la cabeza admirablemente de los rayos del sol, son impermeables y duran muchísimo. Consta que un buen sombrero de Panamá puede limpiarse y volverse a limpiar año tras año sin deteriorarse.

Tenía que visitar á los amos, los hijos de don Salvador, y pedirles á préstamo un piquillo para completar la cantidad que iba á costarle la compra de un rocín que sustituyese al Morrut. Y como el aseo es el lujo del pobre, se sentó en un banco de piedra, esperando que le llegara el turno para limpiarse de unas barbas de dos semanas, punzantes y duras como púas, que ennegrecían su cara.

Sentáronse sobre el manto de césped salpicado de florecillas blancas, y empezaron á contemplar con ojos extáticos la serpiente de plata que se arrastraba perezosamente á buscar su guarida en el molino. La condesa se bajaba, metía la mano entre sus escamas y la sacaba mojada y la sacudía riendo sobre la cara de Pedro, el cual reía á su vez y no se tomaba el trabajo de limpiarse.

Salió a abrirles la puerta del corral un muchacho muy sucio, que se asustó al ver tanto caballero; y entre limpiarse los mocos con una mano y rascarse las nalgas con la otra, les dijo de mala gana que su padre estaba en el cierro.

Mientras D. Pedro tosía y sacaba el infinito pañuelo encarnado y azul para limpiarse boca y narices, reinó solemne silencio en la sala y todos me miraban con afanosa curiosidad.

Le besó en la boquita desdentada; no se atrevió a limpiarse las babas que le había dejado en el bigote.

¡Hija, qué peste de chica! exclamó impaciente la mayorzuela al verla a su lado otra vez . ¡Ni aunque fuera de engrudo! ¡Así ella se pega! observó la más cachazuda. ¡Si el otro día la vi yo limpiarse las narices con la enagua! dijo muy admirada la delgadita, sonándose las suyas con los dedos. ¿Vamos a arañarla? propuso la nerviosa, crispando los suyos.

Palabra del Dia

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