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Actualizado: 8 de mayo de 2025


Habiendo pues ya Febo caminado Su curso en redondez, de la cerea, Mostraba el rostro rojo y colorado, Cubriendo la montaña de librea. El sin ventura amante fatigado, El camino buscaba, mas pelea En vano; que no acierta con camino, Que el miedo y el temor le quita el tino.

Después le parecía que los muros se apartaban: se encontraban en el interior de una gran sala, cuyas paredes estaban tendidas de negro; en el fondo había una mesa con un crucifijo y dos velas amarillas, y sentados alrededor de esta mesa cinco hombres de espantosa mirada, cinco inquisidores vestidos con la siniestra librea del Santo Oficio.

Pero este nuevo insulto colmó la medida del sufrimiento de don Silvestre. «¡Canario! exclamó al hallarse en medio de un grupo de calaveras; conque ayer, porque iba al uso de mi tierra, os reíais de ; y hoy que, por complaceros, me visto como vosotros, me toreáis también, sin duda porque no llevar esta librea. Pues tanto, tanto, no lo sufrió jamás un Seturas

Los gitanos permanecían en sus tabucos, ahumándose junto a las hogueras. En la casa de los amantes, ni pan ni fuego. Feli vestía sus ropas de verano, sin otro abrigo que un mantón comprado en una casa de préstamos. Isidro conservaba aún aquel macferlán de color indefinible, que era como la librea de su miseria.

Dentro de la hostería, en el primer aposento, en la sala común, sentados á una mesa y esperando con semblante alegre una cena, estaban dos lacayos de la casa real, á juzgar por su librea, y los dos soldados de la guardia española. ¿Sabes, Perico, que el tal cofre pesaba como una bendición, y que tengo los brazos dormidos? dijo un lacayo al otro.

Uno de estos es una especie de liebre que sabe cambiar de librea todas las estaciones, de manera que su piel se confunde con el suelo que la rodea, y así se escapa á la perspicaz vista del águila.

Desvanecíase la fe de aquellos momentos de bienestar, en los que creía en asombrosas ascensiones hacia el triunfo. Pensaba, en su desesperación, que era un infeliz sentenciado a la miseria, con menos talento que un mozo de cordel. Aquellas ropas raídas de señorito que cubrían su cuerpo eran la librea del hambre.

Toma con discreción el pulso a lo que pudiere valer tu oficio, y si sufriere que des librea a tus criados, dásela honesta y provechosa más que vistosa y bizarra, y repártela entre tus criados y los pobres: quiero decir que si has de vestir seis pajes, viste tres y otros tres pobres, y así tendrás pajes para el cielo y para el suelo; y este nuevo modo de dar librea no la alcanzan los vanagloriosos.

Nos resolvimos por fin, y al penetrar en un portal, que más bien anunciaba la casa de un noble que el almacen de un comerciante, vimos dos lacayos vestidos de librea. Naturalmente, creimos que aquellos dos lacayos esperaban á sus señores, á quienes suponiamos ocupados en hacer compras. Creiamos mal.

Los tales individuos formaban un grupo bastante pintoresco alrededor de una de las bocas del calorífero. Los más madrugadores llevaban ya la gran librea; los otros vestían aún el chaleco con mangas que constituye el uniforme de media gala de los criados.

Palabra del Dia

atormentada

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