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Actualizado: 25 de septiembre de 2025


Casi juntamente con los primeros tiros de la embestida de Vedel, sonaron cañonazos lejanos, que al principio no supimos a qué dirección referir. ¿Qué es eso? ¿Hacen fuego por el Herrumblar, o es de la gente de Menjíbar? preguntaban allí. Es la división de D. Manuel de la Peña, que viene por la Casa del Rey contestó uno que a todo escape venía del primer campo de batalla.

El lejano perfume de su persona y su elegante gallardía le recordaban á ciertas señoras que viajaban solas cuando él era capitán de trasatlántico. ¡Pero habían sido tan rápidos estos conocimientos y estaban tan lejanos!... Nunca, en su historia de vagabundo mundial, tendría la fortuna de conseguir una mujer como ésta.

Alejábase lo menos posible del estrecho círculo de aquella existencia activa e ignorada cuyo radio no excedía de una legua. En Trembles se recibían pocas visitas; algunos amigos que llegaban para cazar, desde lejanos límites del Departamento, y el doctor y el párroco de Villanueva invitados regularmente a comer todos los domingos.

Era un recogimiento de iglesia, impregnado de misterio, un silencio grave, poético, solemne, y parecía sacrilegio turbarlo con una frase o un ademán. Los paseantes comenzaban a retirarse, y el leve crujido de la arena revelaba sus pasos lejanos.

Si describiéramos aquí las antigüedades de la República Argentina, se presentarían otros hechos que no dan lugar á dudas sobro las relaciones que existieron entre éstos y otros pueblos muy lejanos, al mismo tiempo que demuestran una civilizacion peculiar á estas regiones.

Lázaro meditaba todas estas cosas por el camino y decía: "No, no es esto lo que yo prediqué"; y al mismo tiempo la idea de que el violento discurso pronunciado por él la noche anterior hubiera tenido una parte de complicidad en la actitud del pueblo, le desesperaba. Encontraba cada vez más grupos sospechosos, y aun oyó proferir algunos mueras lejanos.

Pocas noches de mi vida recuerdo más serenas y más bellas. Era un portento de calma; no corría el menor viento y el silencio solemne sólo se interrumpía a momentos por uno de esos ruidos misteriosos y lejanos de la montaña, que el eco suave reviste del acento de una queja apagada. A pocos metros corría con imperceptible rumor un hilo de agua.

Los valles que se perdían de vista, los bosques inmensos, los estanques lejanos de la Lorena, la cinta azul del Rin a la derecha, todo aquel gran espectáculo las maravillaba, y la labradora dijo con profundo recogimiento: Juan Claudio: aquel que ha levantado esta peña hasta el cielo, que ha abierto esos valles, que ha sembrado esos montes de brezos y musgos, ése puede hacernos la justicia que merezcamos.

Los que se hallaban un poco lejanos gozaban todavía de una completa y dulce oscuridad. Las tinieblas, desde el medio de la estancia, atajaban el paso á la luz, riéndose de sus inútiles esfuerzos. aquí los objetos que se veían ó se vislumbraban en la estancia.

Pero en medio de este caos, en que más y más se embrollaban sus ideas, oyó no ya rumores sordos y fantásticos, cual tambores lejanos, como le habían parecido los latidos precipitados de sus arterias, sino un ruido claro y distinto, y que con ningún otro podía confundirse: el canto de un gallo.

Palabra del Dia

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