Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !


«Digo, pues -prosiguió Cardenio-, que, estando todos en la sala, entró el cura de la perroquia, y, tomando a los dos por la mano para hacer lo que en tal acto se requiere, al decir: ¿Queréis, señora Luscinda, al señor don Fernando, que está presente, por vuestro legítimo esposo, como lo manda la Santa Madre Iglesia?, yo saqué toda la cabeza y cuello de entre los tapices, y con atentísimos oídos y alma turbada me puse a escuchar lo que Luscinda respondía, esperando de su respuesta la sentencia de mi muerte o la confirmación de mi vida. ¡Oh, quién se atreviera a salir entonces, diciendo a voces!: ¡Ah Luscinda, Luscinda, mira lo que haces, considera lo que me debes, mira que eres mía y que no puedes ser de otro!

Poldy discurría además, que el que vence y domina es siempre el heredero legítimo del vencido y dominado. Y esto en todas las épocas y regiones.

Tiene usted ansia de vida porque ésta es para su ingenua inocencia un libro del que apenas ha alcanzado a vislumbrar el prólogo, y que en sus páginas encierra un misterio que lo atrae... En descifrarlo quiere usted ejercitar las portentosas facultades con que Dios la dotó... Nada hay más justo, Antoñita: es muy legítimo y natural su deseo.

El reconocimiento será secreto, y después, ¿quién se ocuparía de eso más tarde? Ni la ley ni la sociedad establecen diferencia alguna entre un hijo legitimado y un hijo legítimo.

No la he visto desde la reunión de la otra noche y creía, no por qué, que estaba enfadado. La he tranquilizado en seguida con unas palabras dirigidas a la lista del correo, como está convenido entre nosotros. Nada más legítimo, puesto que somos prometidos. Sería duro a nuestra edad someter nuestra correspondencia a la buena señora de Grevillois, y acaso más duro todavía el excluirla de ella.

Jacinta no podía considerar de otro modo el hecho del abandono, aunque este significara el triunfo del amor legítimo sobre el criminal, y del matrimonio sobre el amancebamiento... No podían entretenerse más en ociosas habladurías, porque pensaban irse a Cádiz aquella tarde y era preciso disponer el equipaje y comprar algunas chucherías.

Su afecto por Germana se componía de caridad cristiana, de compasión por la debilidad y de aquella alegría agridulce que un hombre de corazón encuentra en el cumplimiento de los deberes difíciles. Quizá también había en aquel sentimiento algo de legítimo orgullo.

Al segundo día de ser vecino del más alto de los munícipes, adquirí amistades con la respetabilísima y nunca bastante cantada mi señora Doña Tintay, Capitana en ejercicio, moza ya entrada en años, de anchas caderas, gran verbosidad, gran fama como matrona y gran influencia como legítima esposa, de legítimo matrimonio con el Gobernadorcillo del pueblo de Legaspi, el Sr.

Ocultarse de un legítimo esposo..., tal vez; pero de un simple poseedor, ¡jamás! No había que perder la esperanza. En el mero hecho de citarle... ¡Tendría chiste que no viniese! Pero ; un coche se acerca; su berlina. Efectivamente; el carruaje avanzaba de prisa por el centro del paseo. Don Juan se hizo a un lado, ocultándose tras el grueso tronco de un álamo.

Lo primero que se piensa es que son una mina de donde cualquiera autor de novelas históricas pudiera tomar el legitimo color local, ó mejor dicho temporal, para los sucesos que relatase. Acaso no quede acto de la vida de un municipio y de las relaciones y tratos entre sus habitantes del que no se encuentre algún testimonio en la colección del Archiduque.