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Actualizado: 29 de mayo de 2025


Hay un viejo militar invalidado la primera vez que entró en campaña; él quizá tenía una visión homérica de la vida, soñaba con el laurel del héroe, con el botín y la aventura, y todo su ensueño fracasó en el momento inicial por la crueldad de una bala perdida que le negó el triunfo de una bella muerte y le condenó a arrastrar una hórrida y grotesca pata de palo, cuyo seco y monorrítmico golpear es un irónico estribillo a la galana bizarría de su ideal truncado.

Un día, a poco de haberse injerido Jacobo en la amistad íntima del matrimonio, pintaba Currita en su estudio un retrato que decía ser de Byron, el poeta querido que en sus cuadros, bustos y estatuas tenía representado por todas partes; pero que era en realidad la imagen de Jacobo perfeccionada por Reguera, ceñida la frente de laurel y abierto hasta la mitad del pecho el ancho cuello de su camisa escocesa a la antigua.

Los héroes con su sangre Sellaron la victoria, Cayendo con su gloria Bajo el sagrado altar, Y el pueblo agradecido Sus nombres rememora, Que el sol de Mayo dora En la urna tumular. Libertad, sube á tu trono De la gloria en el broquel, Agitando nobles palmas, Coronada de laurel.

El laurel, el laurel de la victoria no borró, no, nuestra historia, ni amor fiel nunca, nunca en mi memoria. El azul, el azul de bellos ojos y la faz de albores rojos a un gazul no le curan sus enojos. Que de allá, que de allá región tan fría con ilusa fantasía volará al jardín de Andalucía.

Lope de Vega dice así en El laurel de Apolo: «Aquél en lo dramático tan sólo, Que no ha tenido igual desde aquel punto, Que el coturno dorado fué su asunto. Miguel Sánchez, que ha sido El primero maestro que han tenido Las musas de Terencio.» V. también La Arcadia, lib. V. Viaje al Parnaso, pág. 23.

Comedias humanas y divinas, y rimas morales, compuestas por Diego Muxet de Solís: Bruselas, 1624. Las piezas sueltas son: Cómo ha de ser el valiente, La igualdad en los sujetos, El cazador más dichoso, El generoso en España, El mayordomo de la duquesa de Amalfi, El ermitaño seglar. Montalbán, Para todos. Montalbán y Lope, Laurel de Apolo. Hijos ilustres de Madrid. Hijos ilustres de Madrid.

Golbasto, el gran poeta nacional, se había retirado jurando vengarse del bárbaro intruso. Los concurrentes le vieron con un vendaje debajo de su corona de laurel, pues se había descalabrado al caer al suelo con Momaren bajo el disparo del gigante. ¿Qué ha hecho usted? volvió á repetir el profesor.

Pero... don Fermín se atrevió a decir Quintanar por lo mismo que soy cazador... conozco el peligro.... El árbol atrae el rayo.... Ahí arriba también hay laureles, el laurel llama la electricidad; ¡si fueran pinos menos mal! ¡pero el laurel!... ¿Qué quiere usted decir? ¿Que los parta un rayo a los otros? No ve usted que con ellos está doña Ana....

Es de suponerse que un viejo guerrero estima, antes que todo, el sangriento laurel para sus sienes; pero aquí se daba el ejemplo de un soldado que participaba de las preferencias de una joven muchacha hacia las bellas producciones de Flora.

Por su obsesión de escribir renunció a todo y sacrificó los cincuenta años de su vida. Todos sus artículos, sus versos, sus libros, no le produjeron una sola peseta, ni pusieron una sola hoja de laurel sobre su ataúd pardo y siniestro de hospital. A veces el arte es demasiado cruel; deidad y vampiresa exige hasta la última gota de sangre de sus pobres ilusos.

Palabra del Dia

hociquea

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