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Actualizado: 28 de octubre de 2025
Siempre serena, discreta, resuelta, me animaba a luchar; y cuando estaba satisfecha de mí, es decir, cuando yo me había destrozado el corazón para forzarle a latir más despacio, me recompensaba con frases calmantes que me hacían verter lágrimas o con expresiones consoladoras que valían una caricia.
Un jesuita nos roció con agua bendita, que estaba muy salada; me entráron unas gotas en los ojos, y advirtió el padre que hacian mis pestañas un movimiento de contraccion; púsome la mano en el corazon, y le sintió latir: me socorriéron, y al cabo de tres semanas me hallé sano.
La compuso Federico Bérat en honor del anciano y glorioso Béranger, y aquellas notas sencillas, prendidas en no sé qué inexplicable hechizo romántico, tuvieron la virtud peregrina de hacer latir todas las almas y de agarrarse á todos los oídos; y Lisette fué un «tipo» que de una generación á otra ha dejado un rastro de gracia liviana en las obrerillas sentimentales y alegres de la Ciudad-Sol.
Al primer campanillazo mi corazón se puso a latir tan fuerte, que me quedé como petrificada en la silla. Eran los Marqueses de Oreve, que notaron en seguida mi turbación. ¿Está usted mala? me preguntaron al mismo tiempo. ¿Elena? preguntó mi padre. Ha estado alegre todo el día como un pájaro de primavera. Nuevo campanillazo y nuevo ahogo.
Mi respuesta fué oprimirle el brazo, latir como nunca he latido y mostrarle mis ojos húmedos. Y el hombre arrancó a valsar con tal furia que parecía movido por todo el carbón que emplea ahora la escuadra inglesa en el bloqueo. Nos asimos un poco más, porque el baile lo exigía. Bueno, amigas mías, entonces supe que es posible no morirse de felicidad. ¡ Ay, Dios mío, qué recuerdos!...
Mas no la pronunció, alejose, perdiéndose pronto en la obscuridad... Bettina permaneció en el pórtico, en el cuadro luminoso de la puerta. Gruesas gotas de lluvia impelidas por el viento azotaban sus espaldas desnudas y la hacían temblar; ella no lo notaba; sentía claramente latir su corazón.
Esta memorable etapa de la ropa interior ejerció tal influencia en la felicidad de Mario, que muchos años después, al pasar delante de un bazar de ropa blanca y ver colgadas en el escaparate algunas enaguas y camisas de señora, aún sentía latir su corazón conmovido. D.ª Carolina fue el Espíritu Santo de este almo cielo.
Madres, las que dirigen al hijo de sus entrañas, no piensen que las engaña, ni que les habla un falsario lo que es el ser presidiario no lo sabe la campaña. 683 Hijas, esposas, hermanas, cuantas quieren a un varón, díganles que esa prisión es un infierno temido, donde no se oye más ruido que el latir del corazón.
Reinaba el silencio en todas partes. El latir grave y acompasado del reloj era el único ruido sedicioso que turbaba la majestad de aquel silencio. Se había estremecido dentro de su armadura, como si quisiera despertar de algún sueño triste, y había exhalado un suspiro ronco: después se escucharon en lo interior de su vientre algunos ruidos huecos y mecánicos.
Mucho se esforzaba en olvidarla, pero no podía disimularse que aún sentía una tierna inclinación hacia esa mujer, cuyo sabroso encanto y cuyo espíritu lleno de alegres ternuras habían por un momento hecho latir su corazón de cincuentenario.
Palabra del Dia
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