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Actualizado: 1 de junio de 2025
De este horroroso caudillo tendremos repetidas ocasiones de acordarnos cuando sea tiempo de referir los sucesos lastimosos que originó á estos reinos. Volvamos ahora á las tropas del vireinato de Lima, y á seguir la série de sus operaciones.
No se la podía regañar, y en el colegio la maestra tenía orden de no imponerle ningún castigo ni exigir de ella aplicación y trabajo. Si durante el día presenciaba algo que excitase su sensibilidad o se contaban delante de ella casos lastimosos, por la noche lo reproducía todo en su agitado sueño.
En la mayor parte de sus obras, sobre todo en las que más nos maravilla, este cálculo y esta reflexión se nos presenta como guía y regulador de su actividad poética; modera y refrena los vuelos de su fantasía, sin menoscabar en lo más mínimo el carácter poético de su inspiración, ni perjudicar tampoco en nada á la libertad y al movimiento de la vida dramática; pero en otros dramas, no escasos en número, observamos con sentimiento los efectos lastimosos de esa reflexión y de ese cálculo extremado, hasta el punto de que, ciertas cualidades especiales, ó, más bien dicho, menos dignas de alabanza de la poesía de Calderón, pueden calificarse de resultado necesario de este trabajo reflexivo exagerado.
Pero, ¡oh lástima! No hay bastantes operarios que les repartan el inestimable y necesario Pan del Evangelio, que con tanta ansia desean: Et non erat, qui frangeret eis. ¿Qué Jesuita habrá á quien tan justos como lastimosos clamores no hieran el corazón ó no le saquen lágrimas á los ojos? ¿Y á quién no encenderá en vivos deseos de socorrer necesidad tan extrema?
Yo me muero de pena exclamó el buen profesor con lastimosos aspavientos . ¿Dónde estarán esas dos niñas? El gentío las separó de nosotros por casualidad... ¿qué digo casualidad? El demonio ha andado aquí. Yo subiré con esta madamita a la tribuna pública, y veremos si están o no están aquí.
Pues si fuera a ocuparme de todo lo que hay aquí de reprensible, ¿qué diría, señora Nazaria, qué diría de la bárbara crudeza con que es tratada esa pobre niña, o mujer canija, hija del señor Tablas?... Os tratáis como duques, y ella se confunde con los más lastimosos pordioseros. ¿Qué tal? ¿Es esto cristiano, es esto honrado?
Me atrevo, pues, a aconsejar a usted, ya que es tan mozo y ya que no tiene motivo para quejarse de su malaventura, que no se meta todavía a predicador, ni se muestre tan adusto y desengañado, y que en otras novelas nos cuente lances y sucesos menos lastimosos y más agradables y dulces, vertiendo en su sátira, cuando a la sátira se incline, no hiel, sino sal y pimienta, que no la hagan amarga, sino picante y sabrosa.
Pez era el encargado de llevar a la señora de Bringas al domicilio conyugal a las doce o la una de la noche, y por el camino, que desde el primer trozo de la calle de Atocha a Palacio no es muy largo, rara vez dejaba D. Manuel de entonar la jeremiada de sus disturbios domésticos. Cada noche relataba episodios más lastimosos, y conseguía mover borrascas de compasión en el pecho de Rosalía.
Emborronó mucho papel; le rasgó enseguida; y la carta no salía jamás a su gusto. Ya era seca, fría, pedantesca, como un mal sermón o como la plática de un dómine: ya se deducía de su contenido un miedo pueril y ridículo, como si Pepita fuese un monstruo pronto a devorarle; ya tenía el escrito otros defectos y lunares no menos lastimosos.
Palabra del Dia
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