United States or Myanmar ? Vote for the TOP Country of the Week !


No quién se lo ha llevado.... Pero a me parece también, como al general, que se dice azarar.... Aquel nuevo golpe afectó profundamente a Maldonado, que, pálido ya, tembloroso, lanzó con voz turbada un último grito de angustia. ¡Azorar viene de azor, señores!

El domador era un verdadero canalla y pegaba al animal en los dedos de las patas, y el oso babeaba y gemía con unos gemidos ahogados. ¡Basta! ¡Basta! gritó un indiano que había estado en California. Porque tiene el oso atado hace eso dijo Martín , sino no lo haría. El domador se fijó en el muchacho y le lanzó una mirada de odio.

La escolta tuvo que quedarse en el antiguo palacio de caza de los emperadores, que casi era una ruina, y Gillespie se lanzó á través de lo más intrincado de la selva, aspirando con deleite el perfume de vegetación prensada que surgía de sus pasos.

De pronto silbó la locomotora, lanzó tremendos resoplidos, crujieron los herrajes, arrancó el tren, dejando al galán en el andén con un «adiós, vida mía», en la boca y Cristeta permaneció asomada a la ventanilla hasta que le perdió de vista, agitando el pañuelo en la mano.

Prorrumpió en una exclamación que asustó á la portera y enseguida, tomando su partido en un segundo, se lanzó á la escalera, subió los dos pisos, llamó con violencia, y sin preguntar nada al criado, que la conoció y estaba estupefacto, entró como una avalancha en el gabinete de su primo.

Poco después, Montiño, con la gorra aún en la mano, espeluznados los escasos cabellos, la boca entreabierta, pálido, desencajados los ojos, crispado todo, pasó por delante de Quevedo exclamando: ¡Como la otra! Y se lanzó en la calle. Quevedo partió tras él y le asió por la capa. ¡Ea, dejadme! exclamó el cocinero mayor. ¿Os olvidáis de que yo os esperaba?

Velázquez se lanzó de un salto sobre ella, la agarró por los brazos y la sacudió convulsivamente, mientras la joven, loca de furor, seguía escupiéndole á la cara más que diciéndole: ¡, te llamo canalla!... Mátame ahora, cobarde... mata á una mujer... ¡Eso debes hacer, granuja!...

El alcalde comprendió que era inútil intervenir sin disponer de fuerza para ello y mandó retirarse. Iban á hacerlo todos hacia el pueblo cuando Jacinto vió que uno de sus parientes caía herido y se lanzó en su auxilio.

Lanzó un juramento y sus piernas en mi persecución con tal velocidad, que estuvo a punto de alcanzarme. Pero en ese instante salía yo como de una honda por la puerta abierta, y disparaba hacia la quinta, con mi tío detrás.

No, ella no puede casarse ante los ojos de toda la Italia, con el matador de su marido. »Carlos lanzó un grito de sorpresa y de indignación.