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Actualizado: 7 de junio de 2025
El dependiente había entablado amistad con Micaela, una criatura insignificante que pasaba por el mundo como un fantasma, anulada la voluntad, lamentándose de no vivir, como en su juventud, en la servidumbre doméstica. Sentía una tierna simpatía por aquella mujer casi ciega, con sus ojazos claros siempre inmóviles, como si experimentara eterno asombro.
A los ocho años de esta vida, la amiga de Gabriel murió tísica. Estaban en Italia. Luna, al verse solo, se dio cuenta por primera vez del dulce apoyo que le había prestado la compañera de su vida. Olvidó sus entusiasmos revolucionarios para llorar a Lucy, lamentándose del vacío que dejaba en su existencia.
Lucifer, furioso al oir esta noticia, resuelve maquinar nuevos enredos para oponerse á la salvación de la Humanidad. Esta, mientras tanto, yace en su prisión lamentándose y rogando al cielo que la liberte del cautiverio; preséntase la Profecía, transformada en gitana, y le promete la salud esperada. La escena se traslada después á Belén.
No he sabido lo que te amo hasta esta tarde, en que creí que te ibas para siempre. La enferma movía con pereza una de sus manos y acariciaba la cabellera crespa de Maltrana, lamentándose de la forma aterradora de la crisis, como si ésta fuese un acto de su voluntad. ¡Pobrecito! decía lentamente ¡qué susto te he dado! Aún se te conoce en la cara; estás pálido, te tiembla la voz.
Daba entratanto el miserable horrendos gemidos y suspiros maldiciendo su desventura y lamentándose desesperadamente.
No se atrevió a ir a la estación a esperarle, pero envió a García para que le diese toda clase de excusas y escribió al mismo tiempo al secretario del Gobierno haciéndole saber lo que había pasado y lamentándose mucho de ello. García llegó de la estación pálido y tembloroso. La escena que allí se había desarrollado fue violenta en extremo.
Después volvían, lamentándose de la decadencia del chalaneo. Había que esperar las grandes ferias del verano. En el mercado de Madrid apenas se veían compradores; todos eran gitanos... ¡y cómo iban a engañarse entre ellos!...
¡Contento me tiene! dijo el senador frunciendo el entrecejo . ¡En seguida voy a colaborar otra vez con usted! La juventud es indiscreta. Y siguió lamentándose, como lastimado por su excesiva confianza en un ser inferior.
Todos los diarios hablaban con elogios de su discurso en el templo de los rayos negros, lamentándose de haber desconocido durante tantos años á un orador tan eminente. Los periodistas le dieron una noticia que resultó la peor de todas. Gurdilo había anunciado su deseo de pronunciar un discurso en el Senado á propósito del Hombre-Montaña apenas se abriese la sesión.
Sobre los castañares que semejaban ruinas y mostraban descubiertos los que eran en verano misterios de su follaje, sobre los bosques de robles y sobre los campos desnudos y las pomaradas tristes pasaban de cuando en cuando en triángulo macedónico bandadas de cuervos, que iban hacia el mar, como náufragos de la niebla, silenciosos a ratos, y a ratos lamentándose con graznar lúgubre que llegaba a la tierra apagado, como una queja subterránea.
Palabra del Dia
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