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Hay un amor oculto en cada cosa y en cada cosa una sutil tristeza, lo mismo en una rosa vaso que Abril llenó de su belleza que en la fina y voluble mariposa de lírica hermosura, que, al posarse temblando en tu cabeza, surmonta su locura a tu locura. Cuando despunta un sueño y florece en la vida una quimera, el fondo de las cosas es risueño porque es azul como una primavera.

A la épica, que se había ya desenvuelto en los romances caballerescos; á la lírica, que había dado sus más sabrosos frutos en las obras de los cancioneros y en las de Boscán, Garcilaso, Herrera, Luis de León y otros, debía seguir, según todas las probabilidades, el perfeccionamiento de la tercera forma general de la poesía.

Interesa además, e interesa principalmente la segunda parte del FAUSTO, porque el lector, acaso sin percatarse de ello, la convierte en una enorme poesía lírica, en una serie de ditirambos, en una obra, no épica y objetiva, sino subjetiva en grado sumo, donde ya no hay más héroe que Goethe; Goethe, disfrazado de Fausto, y empeñado en algo de monstruoso, descomunal e imposible.

Quizá no se encuentre en ellas una sola escena, que pueda compararse á las más malas de Gil Vicente y de Torres Naharro. El verdadero siglo de la poesía dramática, que no puede florecer sin que le precedan la lírica y la épica, aún no había llegado para España.

Me acordaba de todo lo que había leído, trataba de representarme al hombre detenido por la fortuna adversa, a su país cediendo más bien a fatalidades de raza que no a contrastes militares, descendiendo a la costa, no abandonándole sin pena, lanzándole un postrer adiós de desesperación y de reto, y bien que mal trataba de expresar lo que me parecía ser la verdad, sino histórica, lírica al menos.

Si en épocas más adelantadas aparecen la épica, la lírica y la dramática como especies poéticas distintas, no acontece así en su principio, porque entonces aún no existe esa separación; si el drama ya perfecto contiene en la antítesis de la epopeya y la lírica, como momentos de su existencia, cuya síntesis es más tarde, lo observamos en sus orígenes confundido en parte con estos elementos, en parte luchando con ellos y esforzándose en desembarazarse de las trabas que le oponen.

El gallego , otra rama del romance español, fué más adecuado á dicho objeto, y más á propósito por su flexibilidad para la expresión lírica desde la llegada del conde Enrique de Borgoña, que vino á Galicia con numerosos caballeros á tomar parte en las guerras de los reyes de Castilla y de León contra los moros, introduciendo y naturalizando en ella la poesía provenzal.

Horacio Vernet es en pintura, lo que San Bernardo en religion, lo que San Agustin en moral, lo que Descartes en filosofía, lo que Bichat en ciencia, lo que Federico de Prusia en política, lo que Guttemberg y Colon en el invento, lo que el Dante en la poesía épica, lo que Petrarca en la poesía lírica, lo que Shakspeare en la dramática, lo que Cervantes en el romance y en la novela, lo que Bellini é Hyden en música, lo que Montgolfier, Vaucauson y Fulton en industria y comercio.

Poeta dramático Campo, de no vulgares condiciones, siempre valdrá cien veces más como poeta lírico: así se nos presenta en su primera obra de importancia, el presente tomo de poesías, y así debe juzgársele. Bien ha hecho en bautizarlo con el nombre de Impresiones; difícil sería encontrar otro que le sentára mejor. Porque la poesía de Campo es eminentemente individual, verdaderamente lírica.

Allí se ve también a miss Carolina Godwin, poetisa lírica muy apreciada en Inglaterra, no muy joven y nada linda, aunque gusta a algunos por sus monadas de pájaro asustado y por una especie de gorjeo de que se sirve para expresar sentimientos supraterrestres e ideas de una elevación que causa vértigos.