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Actualizado: 10 de julio de 2025


Con fecha 7 de Octubre de 1519 expidió la Ciudad un mandamiento á sus contadores, para que el Mayordomo Niculoso Despindola pagase 22578 mrs. por razón de quatro varas de grana que compro a 800 mrs. la vara que monto 3200 mrs. e de tres varas de terciopelo verde que costo a 850 mrs. la vara que montan 2550 mrs. e de tres varas de raso negro a 340 mrs. la vara e mas de dos varas de damasco a 450 mrs. la vara que monta 900 mrs. e mas de 6 varas de terciopelo grana a 850 mrs. cada vara que montan 5100 mrs. mas de dos bernegales de plata que pesaron 3 marcos e 6 onças e 3 reales e medio a razon de 2210 mrs. cada marco que monto 8408 mrs. e mas de la fechura 13000 mrs. que son 9708 mrs, que se dieron á los justadores para las alegrías e fiestas que la dha. çiudad mando que se hicieren por la bienaventurada nueva de la coronación del emperador e rey nro. señor etc.

Todos los justadores iban á herir en el adarve en que estaban el Rey y la Reina.

«E el jueves que se contaron ocho dias de febrero, estando justando delante de la ALJAFERIA los señores Infantes, todos cinco fijos legítimos del dicho Señor Rey, é con ellos muchos caballeros, é escuderos castellanos, é catalanes, é aragoneses, é moros, que habian venido al dicho Señor Rey por embajadores de su rey moro de Granada, todos vestidos con alborzones, é capuces, é ajuvas moriscas, é espadas ginetas de plata, é sus adargas en las manos, é cañas en las otras, é muchas trompetas delante de ellos faciendo muy grande alborozo ante las puertas de la dicha ALJAFERIA jugando unos con otros á las cañas, é tan grande fué el juego que ende ficieron, que pareciera pelea, é las gentes de Aragon como lo tenian por estraño, como estaban mirando la justa, que por esto no cesaba, no sabian á que parte mirar: en manera que muchos dejaban la justa por mirar el juego, é viérardes ir ginetes nuevos descalabrados, é otros cayendo de los justadores, é asi ficieron su solaz aquel dia, fasta que la escuridad de la noche los partió unos de otros, é los fijos del Rey vinieron al Rey con grande alegriaDespues el Rey deseando dar muestras de su largueza, abrió las arcas de su cámara y regaló a los que concurrieron á su fiesta, y hasta á los criados de la Reina; alhajas, ropas ó dinero.

Con los más afamados paladines ingleses y franceses solían romper lanzas diestros justadores de Alemania, caballeros de Calatrava, nobles portugueses é italianos y aun formidables guerreros de la Escandinavia y otras regiones del norte y del oeste.

Más que aplausos, en cambio, fueron aclamaciones ensordecedoras las que saludaron al heraldo que en el opuesto extremo de la liza enumeró los nombres popularísimos de los justadores gascones. Comienzo á creer que teníais mucha razón, Chandos, al aconsejarme que no tomase hoy partido ni enristrase lanza, dijo el príncipe en voz baja al notar el estado de los ánimos.

Mi opinión es que hoy presenciaremos no pocas proezas, dijo Don Pedro, en vista de la fama y pujanza de los justadores. ¡Por Santiago! observó Don Jaime, otra cosa va llamando mi atención y es el buen porte y mejores vestidos de esos burgueses de Burdeos que se agolpan á mirarnos.

Nueve dias antes de la coronacion principiaron las fiestas, que realzó la concurrencia de muchos personages de Castilla y de Navarra. «La ciudad de Zaragoza, dice este escritor, fizo poner dos tablas para justar, una en la plaza, á la puerta que dicen de Toledo, é otra á la ALJAFERIA, é el rey fizo poner otra de paño vermejo é amarillo, é de costumbre en tales coronaciones la ciudad de Zaragoza de poner sus mantenedores, é pusieron por tal á D. Juan de Luna, é él se fué á la tabla de la ALJAFERIA, é con él otros tres que eran cuatro justadores, é justaron estos con otros caballeros de los que habian venido á fiesta, é otros con otros, en manera que todos los dias que fueron de fiestas, los mas dellos justaron muy bien á maravilla, é allí viérades quebrar varas en muchas piezas é caballeros ser descompuestos de la misma silla, é otros caer de los caballos, que era gran solaz á los que miraban de lo ver

La noticia de la prueba que se preparaba había cundido por el campo y numerosos espectadores de las diferentes compañías formaban extenso semicírculo detrás de los dos justadores. La mirada del ballestero se fijó de pronto en una cigüeña que trasponiendo lejana colina continuó su perezoso vuelo en dirección al campamento.

Los dos aguerridos capitanes Roberto Nolles y Hugo Calverley no habían regresado de la expedición á Navarra que el príncipe les encomendara, lo cual privó á los justadores ingleses de dos de sus mejores lanzas.

Palabra del Dia

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