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¡Pobre sobrinita! Los hombres que aman una sola vez son más raros que el Pico de la Aguja Verde. Entonces, tío, el hombre es un animal indigno. Sin embargo, yo estaba más contenta que escandalizada, y no pedía más que poder aprovechar de la indignidad inherente a la naturaleza humana. Con todo, Juno es tan linda. Mira este puente que te gusta tanto, Reina.

CLEOPATRA. Juno, pequeña, no podemos ocuparnos de tu soldado; tenemos ahora otros en que pensar... ¿Qué haremos, pues, queridas amigas? Voy a proponeros una cosa... Quiero que se acerquen. No puedo vivir lejos de ellos. Quisiera ver al picaruelo que me ha traído en sus brazos. Exhalaba un olor delicioso a soldado. ¿Dónde está? CLEOPATRA. Mírale, con la boca abierta. VERÓNICA ¡Me voy con él!

De cuando en cuando, Juno golpeábame el brazo con su abanico y me decía al oído, que me ponía en ridículo; pero era como hablar con una tapia; pues yo me alejaba sin oírla, revoloteando con mis compañeros. A veces, mi caballero creía oportuno entablar conversación. ¿No hace mucho que vivís aquí, señorita? No señor; seis semanas, más o menos. ¿Y dónde vivíais antes de venir al Pavol?

Dígaseme si Juno no estaba bien industriada en todo ello, cuando para encender en deseos frenéticos el corazón de Júpiter, se puso el cinturón de Venus y subió a la cumbre del Gárgaro. Onfale hizo hilar a Hércules; Dalila cortó a Sansón los cabellos y Elena suscitó una guerra espantosa que duró diez años.

En castellano, mejor es no leer la traducción que hay, que es de Hermosilla; porque las palabras de la Ilíada están allí, pero no el fuego, el movimiento, la majestad, la divinidad a veces, del poema en que parece que se ve amanecer el mundo, en que los hombres caen como los robles o como los pinos, en que el guerrero Ajax defiende a lanzazos su barco de los troyanos más valientes, en que Héctor de una pedrada echa abajo la puerta de una fortaleza, en que los dos caballos inmortales, Xantos y Balios, lloran de dolor cuando ven muerto a su amo Patroclo, y las diosas amigas, Juno y Minerva, vienen del cielo en un carro que de cada vuelta de rueda atraviesa tanto espacio como el que un hombre sentado en un monte ve, desde su silla de roca, hasta donde el ciclo se junta con el mar.

Esta modificación del programa del tío me dio tanta alegría, que me levanté para brincar. ¡Entonces, no esperaré! exclamé escapándome. Y corrí a mi cuarto, en donde no tardó Juno en aparecer con su aire majestuoso. ¡Qué desfachatada eres, Reina! ¡Desfachatada! ¿Así es como agradeces el que haya hecho lo que misma me has pedido? Es que dices las cosas muy pan, pan...

Detrás de JÚPITER y de JUNO se hallan HEBE y GANÍMEDES. Hacia el lado derecho de JÚPITER se halla la JUSTICIA, sentada en su trono, teniendo en las manos sus atributos. Los DIOSES y las DIOSAS y las ocho MUSAS mencionados.

Del mas gallardo, y mas vistoso estremo De quantos las espaldas de Neptuno Oprimieron jamas, ni mas supremo. Qual este nunca vió bagel alguno El mar, ni pudo verse en el armada, Que destruyó la vengativa Juno. No fué del Vellocino á la jornada Argos tan bien compuesta y tan pomposa, Ni de tantas riquezas adornada.

El señor de Kerveloch la contempló como hombre que sabe apreciar la belleza y pocos días después solicitaba el honor de unirse a ella, como dicen mi tío y la etiqueta. Juno salió de su habitual indiferencia, y declaró con entusiasmo, que jamás le había gustado tanto un apuesto caballero y que se negaba redondamente a dar su mano al señor de Couprat. «Y ahí tenéis todo, mi querido cura.

Partí, pues, al siguiente día de mañana, sin querer aceptar la compañía de Blanca que deseaba ir conmigo. En el camino medité en las palabras de mi tío. Lo sabe todo pensé. ¡Dios mío, cuán poco perspicaz soy, a pesar de mis pretensiones! Aun cuando el casamiento de Juno no se verifique, ¿de qué me serviría, si Pablo está enamorado de ella? Ahora, ya no puede querer a otra. No entiendo a mi tío.