Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 24 de mayo de 2025


Doña Carmen, que había autorizado los amores de la señorita Julia con D. Javier, prohibió naturalmente que éste entrase en la casa durante su ausencia, y ella, más buena que el pan, para evitar toda clase de habladurías, pidió a su novio que se marchara también de Madrid durante el verano.

Julia se turbó ante la amenaza de su madre: quedose un momento pensativa y triste; pero en cuanto aquélla bajó la cabeza para continuar su labor, hizo un mohín gracioso y alzó los hombros en señal de indiferencia. Colocada en pie al lado de su hermano, siguió acariciándole los cabellos y la barba. Miguel se había quedado también repentinamente serio.

Usted es la persona indicada para guiarme. JULIA. ¿De veras? ¿Ha visto usted obras mías...? DORA. ¡Naturalmente...! ¡En el Salón...! JULIA. Pues tiene usted muy buena vista, porque debo confesarle que no he acudido a ninguna Exposición. DORA. ¡Qué aturdida soy...! Yo he visto trabajos de usted en otra parte... En casa de Chose..., o de Machin... DORA. ¡Eso es! ¡Qué cosa tan bonita, Dios mío...!

Por lo contrario, si por casualidad surgía la idea de un proyecto que sin duda la había ocupado en otro tiempo, parecía haberlo dado al olvido enteramente o no haberlo tenido nunca. Algunas veces, solamente, contemplaba a Julia con una expresión más tierna que revelaba tristeza.

Julia también cruzó sin mostrar que reparaba en él; mas a los pocos pasos volvió la cabeza, y a espaldas de su madre le envió una sonrisa y le hizo una serie de muecas y saludos afectuosísimos, aunque reprimidos; después con rápido y gracioso ademán acercó la mano al pecho, arrancó un clavel que llevaba y lo tiró al suelo.

No, hombre no: éstas son tías... primas segundas de mamá... Por supuesto, te lo digo en reserva, porque si ellas supieran que yo ando propalando este secreto, serían capaces de asesinarme, ¿no es verdad, mamá? Pues que quieran o no respondió la brigadiera, son tus tías, y la menor pasa ya de los treinta. Oyes, Julia dijo Miguel hablando otra vez en voz baja. ¿Se te ha declarado ya ese...?

En una palabra, Ruiloz iba a penetrar en el alma de Julia: si ésta procuraba la muerte de Clotilde, era señal de que seguía enamorada de Javier, o de que sin amarle era rencorosa hasta la perversidad, e indigna de ser querida; si lo contrario, demostraría primero que su corazón era incapaz de venganza, y tal vez que su amor a Javier era sentimiento extinguido.

A mi edad, y en mi posición, debe una dedicarse a formar buenas discípulas, ¿verdad...? DORA. Eso depende de las intenciones de usted. JULIA. ¡Oh! Voy a retirarme de los negocios después de no haber hecho fortuna. Ya no valgo para nada. DORA. Tratemos sólo del señor Stowe. JULIA. Es más cómodo.

Se puso colorado, y respondió vacilante y confuso: ¡Oh, el matrimonio!... Hay que pensarlo con calma.... Es un negocio muy grave. Y cortó repentinamente la conversación, hablando de otra cosa. Julia se quedó triste y pensativa. Le hizo esta pregunta, porque había observado que su hermano no menudeaba tanto las cartas a Pasajes como antes.

Pues, bueno, te declaro una vez más que te conviertes en instrumento de la desventura de Julia ya que para evitarle una decepción definitiva serías capaz de convertirme en un cobarde criminal y la matarías. ¡No la amo! ¿Lo quieres más claro?

Palabra del Dia

abisinia

Otros Mirando