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Actualizado: 2 de octubre de 2025
Esa antiquísima torre, muy anterior a la era cristiana, enlazada con tantos recuerdos heroicos, colocada allí entre las variadas banderas de los buques, las ráfagas de humo de los vapores, los paseos construidos ayer y las flores nacidas hoy, con sus cimientos, que cuentan los siglos por décadas, es como la clava de Hércules lanzada en medio de los juguetes de los niños.
Porque su taimada abuela echó de ver que tales juguetes y gracias, en los pocos años y en la mucha hermosura de su nieta, habían de ser felicísimos atractivos e incentivos para acrecentar su caudal; y así, se los procuró y buscó por todas las vías que pudo, y no faltó poeta que se los diese.
Julia es mi prima, razón quizás, para que me guste un poco menos que cualquiera mujer extraña. La conozco de toda mi vida; puede decirse que hemos dormido en la misma cuna. Hay personas a las cuales esta casi fraternidad las seduciría. A mí la sola idea de casarme con una mujer a la cual he visto jugar con las muñecas me parece tan cómica como la de acoplar dos juguetes.
En tu vida encontrarás, Juan, una mujer mejor que ésta, ni de sentimientos más elevados. Tanto, que un día que me llevaba en un carruaje abierto, lleno de juguetes para una chiquita enferma, y al dárselos para hacerla reír y divertirla, le hablaba con tanta gracia, que yo pensaba en ti y me decía, ahora lo recuerdo: «¡Ah, si fuera pobre!» ¡Sí, si fuera pobre, mas no lo es!
Y allí, al lado de Chile, entraríamos ahora al Palacio de los Niños, donde juegan los chiquitines al caballito y al columpio, y ven hacer barcos de cristal de Venecia, y las muñecas que hace el japonés, envolviendo con el palitroque alrededor de una varita las pastas blandas de colores diferentes: y hace un daimio con su sable, y un Mikado de ahora, con su levita a la francesa: ¡oh, el teatro! ¡oh, el hombre que está haciendo los confites! ¡oh, el perro que sabe multiplicar! ¡oh, el gimnasta que anda a caballo en una rueda! ¡y el palacio es de juguetes todo por afuera, desde el quicio hasta los banderines del techo!
Levantose al fin, y persiguiéndole las dos con risas y festejo, trató una de ellas de darle un latigazo con una varita de sacudir telas; mas lo hizo con tan mala suerte que dando un cachiporrazo al altar, toda la máquina de santos, velas y juguetes se vino al suelo con estrépito.
Los hombres perfeccionan los juguetes útiles para su egoísmo y su bienestar, las máquinas, los medios de locomoción; pero aparte de esto, lo mismo se vivía antes que ahora. Las pasiones, las alegrías y las preocupaciones son las mismas: el animal humano no cambia.
Álzanse entonces, en lo que fué frondosa alameda, puestos de juguetes y de frutas, sin que en manera alguna falten los instrumentos populares, característicos de los citados días, siendo grande el concurso que acude al Arenal á llevar á cabo las indispensables compras de pavos, nueces, castañas, turrones y todos los comestibles del ritual.
Parecía imposible que aquella profundidad fuese obra del hombre en tan pocos años. Abajo, las cuadrillas de mineros, atacando el muro de mineral con picos y palancas, semejaban bandas de insectos. Los caballos parecían por su tamaño escapados de una caja de juguetes.
"Tata Dios", que no tiene juguetes ni caramelos, y que se enoja con los niños malos o desobedientes, y los castiga, no se diferencia del "Cuco" sino en que éste hace siempre el mal, sin necesidad de enojarse previamente, porque es malo de profesión. También, si Dios no se enojase y no castigase, el niño no le haría pizca de caso.
Palabra del Dia
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