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Actualizado: 9 de junio de 2025
Á ver, Simón, tres arqueros, los mejores que tengas, ordenó el barón; que elijan los arcos más poderosos que haya á mano y den una lección á los artilleros apenas crean que no perderán sus flechas. ¡Arnoldo, Renato y Jaime, á popa! exclamó enseguida el veterano. Una sangría al primer babieca que toque aquel pedrero. Trescientos cincuenta pasos, á lo sumo.
«En viernes 18 de Octubre, día de San Lucas Evangelista dice prendieron á un maestro y dos marineros de un navío inglés, porque cogieron las cenizas de Jaime Bolen, escocés hereje, porque decían ellos que había muerto santo, porque no se movió ni dijo mandamiento cuando lo quemaron vivo, que fué cosa de ver.»
Hoy sólo me incumbe alabar a Dios por el desengaño, y agradecer a don Jaime que, apartando esas hierbas, haya inquietado a las víboras en su nido y haya hecho que yo las vea y las sienta y procure arrojarlas de mi pecho, aunque para ello sea menester hacerle pedazos.
A pesar de esto, D. Jaime tenía suerte; no se le marchaba un chico: el colegio siempre lleno. Tal vez contribuyese a ello su mismo desorden, que tenía algo de patriarcal; aquella amable indisciplina era muy del gusto de los niños.
Y lo firmaron, de que doy fé. Juan José Lezica Martin Gregorio Yaniz Manuel Mancilla Manuel José de Ocampo Juan de Llano Jaime Nadal y Guarda Andres Dominguez Tomas Manuel de Anchorena Santiago Gutierrez Dr. Julian Leiva Licenciado, D. Justo José Nuñez, Escribano público y de Cabildo.
Así pues, si estos mudéjares no vivian en la tristísima y dura condicion de los siervos, tampoco disfrutaban la libertad religiosa y demas derechos que en aquella misma época aseguraban el fuero de Valencia á los muzlimes vasallos de D. Jaime el Conquistador, y á otros vasallos mas felices de Fernando, Alfonso y Sancho, las capitulaciones de Toledo y Sevilla.
De acuerdo contestó doña Luz . Yo no sé si amaría a D. Jaime, si él me amase; pero de seguro que no le amaría, si yo fuese rica y llegase yo a sospechar que por hacer un negocio él me amaba. Ve ahí por qué no me casaré nunca. Rica yo, recelaría siempre que no me amaban por mí, y pobre, recelo que no me amen hasta el extremo de que se sacrifiquen amándome.
Jaime sentía vivir en su interior al grave abuelo don Horacio, y con él los escrúpulos del Inquisidor Decano, el de la tarjeta horripilante, y las almas del famoso comendador y otros ascendientes. Su mentalidad de hombre moderno guardaba algo de la de aquel regidor perpetuo que consideraba como una raza aparte y envilecida a los judíos conversos de la isla. Los muertos mandan.
En fin, Jaime siguió el aldeano encogiéndose de hombros, si me la había de llevar otro bribón, más vale que seas tú. D. Jaime rió también la gracia: estaba para reírlo todo.
El Rey Don Pedro de Aragon, á quien la grandeza de sus hechos dió renombre de Grande, hijo de Don Jaime el Conquistador fué casado con Gostanza hija de Manfredo Rey de Sicilia, á quien Cárlos de Anjou con ayuda del Pontífice Romano, enemigo de la sangre de Federico Emperador, quitó el Reino y la vida.
Palabra del Dia
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