Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 14 de julio de 2025


Soldado nací y soldado he de morir. Eso era lo que yo temía, exclamó angustiada la baronesa. ¿Creéis que no he notado vuestro desasosiego de estos últimos tiempos, y la revista que habéis pasado á vuestras armas en compañía de Renato el escudero? ¡Nuestra Señora de Embrún me valga! No os aflijáis. No se trata sólo de inclinación mía, sino de un deber, de un llamamiento á nuestro honor.

Sobre los AMANTES DE TERUEL han escrito: Juan Yagüe de Salas, un poema; Juan Perez de Montalvan, una comedia; Andrés Rey de Artieda, una tragedia; D. Juan Eugenio Hartzenbusch, un drama; Renato de Castel-Leon, una novela histórica; D. Isidoro Villarroya, una novela; D. Esteban Gabarda, una historia y además en distintas épocas han escrito en menor estensión sobre dichos AMANTES, Blasco de Lanuza, Don Isidoro Antillon, D. Pedro Albentosa, y algunos otros.

Los que vienen por aquí vuelven solos raras veces. A esta puerta va a llamar cierto día el señor Eloy Genvrain; este quincuagenario agostado no se retrasa mucho; en esta misma mañana ha recibido una hoja invitándolo a presentarse en el palacio de Justicia, a cosa de las dos, en el despacho del señor Renato de Espardeillan, juez de instrucción.

Sus compañeros, ocultos tras la borda, no les escaseaban las chanzas y los consejos. Más alto, Fernán, más alto, que todavía no suben al abordaje. Pégate al arco, Renato; no parece sino que le tienes miedo ó temes que la cuerda te manche el coleto. Ten en cuenta el viento, y no desperdicies flecha.

Allí, en un asiento musgoso y desportillado, me entregaba yo a la lectura de mis autores favoritos; allí leí la «Atala» y el «Renato»; el «Rafael» y la «Graciela»; allí devoré el «Conde de Monte Cristo», y repasé, por mi mal, algunas novelas de Jorge Sand, que acongojaron mi corazón y dejaron en mi alma sedimentos de acíbar. Allí gusté de la poesía de Zorrilla. ¡Zorrilla!

Á ver, Simón, tres arqueros, los mejores que tengas, ordenó el barón; que elijan los arcos más poderosos que haya á mano y den una lección á los artilleros apenas crean que no perderán sus flechas. ¡Arnoldo, Renato y Jaime, á popa! exclamó enseguida el veterano. Una sangría al primer babieca que toque aquel pedrero. Trescientos cincuenta pasos, á lo sumo.

Palabra del Dia

malignas

Otros Mirando