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Actualizado: 4 de junio de 2025


Lloraba desconsolado. ¡Pobre madre, lo que la hicieron sufrir! murmuró varias veces; luego dijo, con voz iracunda : Ahora le pegaría fuego al pueblo entero. Después, más tranquilizado, me pidió que le dijese cómo era; si se parecía a él, si no se parecía; y cuando yo le indiqué que su padre se había portado mal, replicó: No, no; él tampoco tuvo la culpa.

Bien seguro que allá por las Américas no se reirá tanto ese día como aquí se reía. Las mejillas de Elena enrojecieron al oír mentar a su marido. El tío Leandro, que algo sabía a qué atenerse sobre el viaje de don Germán, clavó una mirada iracunda sobre el bárbaro zagal y se le vieron intenciones claras de arrojarse sobre aquel «piazo animal».

Semanas después, la iracunda doctora se había mostrado amable y sonriente, lo mismo que en otro tiempo. «Querida mía: conviene que usted un paseo por Francia. Hace falta un agente que nos entere del movimiento de los puertos, de la salida y entrada de los buques, para que nuestros sumergibles sepan dónde esperar.

Mi tío entró en los cuartos interiores, preguntando por su hija, y Blanca, notando que la indiferencia de su marido aumentaba, lo abandonó, y, furiosa, iracunda como ella solía ponerse cuando alguien le contrariaba sus gustos y sus caprichos, se volvió al salón donde yo me había quedado con la madre, y clavándome sus ojos claros y penetrantes, con una mirada llena de desdén, me dijo, señalando las habitaciones interiores donde su marido había desaparecido.

Navarro debió principalmente su venturosa escapatoria, a la condescendencia o complicidad de la gente menuda, siempre venal; de modo que Salvador no se arrepintió de haber recurrido al buenazo de Pedro López, ni este se arrepintió de servirle, porque, habiendo cobrado en moneda corriente sus estipendios y el importe de todos los gastos, pudo ofrecer a la iracunda Nazaria parte del caudal que le había derrochado.

¡Ta, ta, ta!... ¿Y a usted quién le mete en esto, D. Andrés?... Soy su padre y hago lo que quiero. ¡Vergüenza debía darle ensañarse así con una pobre chica! Pues si no le gusta, D. Andrés, tómelo en dos veces. En mi casa mando yo. Váyase a la suya si no quiere verlo. Ahora mismo dijo; y echándole una mirada iracunda y despreciativa, salió furioso del molino.

Tal vez era Von Kramer el autor del crimen. Por algo le había encargado que anunciase á sus compatriotas que pronto oirían hablar de sus hazañas. ¡Y Ferragut había ayudado á la preparación de esta barbarie marítima!... «¿Qué has hecho?... ¿qué has hecho?», preguntó iracunda la voz mental de los buenos consejos. Una hora después sintió vergüenza de permanecer en la cubierta.

E indignada, no vaciló en rasgar brutalmente el velo de prudencia tras el cual se habían desarrollado misteriosamente sus desventuras y sus rabias conyugales; no dudó en volcar sobre la cabeza del hijo todas las miserias ocultas de su matrimonio. Lo mismo que tu padre exclamó iracunda doña Bernarda.

Por tal me tengo, modestia aparte. Soy honrado con los hombres y honro y respeto a las mujeres, señor mío. Me dirigió una mirada iracunda. ¿Vive su madre de usted? proseguí. No, ha muerto. Tanto mejor para ella dije, gozándome al oír la maldición que me lanzó entre dientes. Y ahora, oigamos ese mensaje.

A pesar de estas recriminaciones mentales, no llegaba a entristecerse. La protesta removíase en su cerebro, avergonzada e iracunda; pero el resto del cuerpo parecía satisfecho, con un regodeo de recuerdos y un estremecimiento de esperanza... Peor era la nada; pasar los días comiendo o dormitando en el sillón con un libro en las rodillas.

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