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Actualizado: 2 de julio de 2025
A mí me gustaría cerciorarme, por una prolongada intimidad, de todas las cualidades que poseyera la dueña de mi corazón. » Ni podría desearse más repuso Magdalena. » ¿Sabes que lo que dices acusa poca modestia? » No la creas.
La franqueza española le hizo tratar a Fernando confianzudamente a las pocas palabras, lo mismo que si fuese un antiguo camarada, acompañando cada avance de su intimidad con humildes excusas: «Usted perdone; pero aquí no es como en tierra.
Ordené a Juan que marchara, y el cura y yo seguimos detrás a pie, por un buen trecho, con el objeto de estar juntos un poco más. Os escribiré todos los días, señor cura. No te pido tanto, hijita mía: Escríbeme solamente una vez por mes; pero con toda intimidad. Os escribiré todo, completamente todo, hasta mis ideas sobre el amor. Veremos replicó el cura con sonrisa incrédula.
Pensaba que tenía una gran «misión de consuelo» y hasta de amparo que cumplir allí, desde que vio el buen éxito de sus fúnebres narraciones, y ya se movía con desembarazo delante de Verónica, hablaba con ella sin que se le atravesaran las palabras en el gaznate, y dedicaba largos ratos a conversar con la marquesa en voz baja y, al parecer, en la mayor intimidad.
Las relaciones entre Juanita y Antoñuelo tal vez parecerán inverosímiles a quien piense someramente en ello; pero yo creo que son más naturales y frecuentes de lo que se imagina. Desde la infancia habían vivido en la mayor intimidad Antoñuelo y Juanita. Con cortísima diferencia, tenían la misma edad, y podía asegurarse que se habían criado juntos.
He ganado en esta crisis, que tanto me atormentó, una intimidad más estrecha con él; me permite que le lea y encuentra que lo hago bien y con inteligencia. Observe usted esto, señor cura; mi padre, que sabe lo que se dice, asegura que leo con inteligencia. No me gustaba nada más que la vida de los santos, con tal que no fuesen muy largas ni atestadas de notas.
No va a pasar más aquí, añadió señalando los alambres caídos, obra de Barigüí. Barigüí pasa siempre! Después pasamos nosotras. Ustedes no pasan. No va a pasar más. Lo dijo el hombre. El comió la avena del hombre. Nosotras pasamos después. El caballo, por mayor intimidad de trato, es sensiblemente más afecto al hombre que la vaca.
Los señores de Argicourt entran a su vez seguidos de Eva, que abraza valientemente a la tía Liette. Señorita dice la joven castellana, mientras su marido estrecha una vez más la mano de Carlos, tendríamos mucho gusto en ver a ustedes en Argicourt antes de que se vaya el capitán. Estaremos en toda intimidad; una comida de familia.
«Si yo no oliese a colonia, ¡a qué olería!» pensó. Pero olvidó enseguida su vergüenza al oír a Serafina que, quedándose muy seria, con la voz algo ronca con que le hablaba siempre en la intimidad de su pasión, le dijo, otra vez, al oído casi: Acércate más, aquí nadie ve nada... ya todos están borrachos.
Es profunda y pasiva como la mujer oriental, pero sin duda con una espiritualidad incomparablemente más fina, con más inteligencia y más significativa intimidad de sentimientos. Todo lo que en la oriental es vago, demasiado confundido con el instinto, se realiza maravillosamente en nuestras mujeres, sin salir aún de la penumbra.
Palabra del Dia
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