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Actualizado: 18 de mayo de 2025
¡Ahí verá usted! y el interlocutor entornó los ojos sonriendo maliciosamente. A pesar de todo el peligro que había en hablar de cosas del clero, se iba quizás a discutir gravemente sobre este asunto, cuando una voz aguda y estridente dijo en tono burlón: ¡A menos que el condenado del gitano no sea el mismo Satanás!
Como el interlocutor solía ser más alto, para verle la cara Ripamilán torcía la cabeza y miraba con un ojo solo, como también hacen las aves de corral con frecuencia.
Sin embargo, al cabo de media hora de plática sentía como una impresión de fatiga. Había cierta igualdad monótona en su discurso; jamás una observación fina, ni un rasgo ingenioso, ni una frase que removiese la alegría en el corazón. La misma sonrisa, el eterno juego de ojos para acariciar al interlocutor, iguales elogios de todo lo creado.
Donde los grupos eran reducidos y puramente masculinos, los miembros soñaban despiertos: guardaban silencio, que no interrumpan sino de tiempo en tiempo con alguna exclamacion breve: «¡Oh! ¡Ya! », como arrancada mas bien por algun interlocutor imaginario que por los verdaderos; y, embelesados con las espirales de humo de sus pipas, no bajaban á ratos del mundo de los ensueños sino para probar de nuevo la cerveza. ¿En qué pensaban ó con qué soñaban esos graves alemanes?
El mismo interlocutor nos condujo a otra taberna que allí cerca estaba, y entrando por ella hallamos en la trastienda, rodeado de una docena de chulos y gañanes, a nuestro profesor, con un kepis de miliciano en la cabeza, faja encarnada de general, sable y botas de montar; pero con la misma levita.
El oficinista, al que apodaba «tinterillo» el estanciero, siguió fumando con la calma de un oriental que considera conveniente excitar la curiosidad de su interlocutor antes de emprender la conversación. Usted, don Carlos dijo al fin , fué en su juventud hombre de armas. Me han contado que cuando vivía en Buenos Aires tuvo varios duelos por asuntos de hembras.
Mi interlocutor suspiró también, por cortesía, y continuó: ...Que sus navegantes dieron a los funcionarios chinos. Viene de su verbo, de su lindo verbo... Cuando teníamos verbos... interrumpí yo, por esa costumbre instintiva en los peninsulares de hablar mal de la patria.
Tuvo clara conciencia de sus responsabilidades y de la situación casi trágica en que se encontraba... Sintió que una profunda emoción le oprimía el pecho y le humedecía los ojos. De manera murmuró con insegura voz que era usted quien me espiaba... ¡Sí, yo mismo! afirmó Simón lanzando sobre su interlocutor una mirada de cólera y de reto.
«Parece que está usted como asustada dijo Nicolás con fría sonrisa clerical . No me tenga usted miedo. No me como a la gente. ¿Se figura usted a lo que vengo?». Sí señor... no... digo, me figuro. Maximiliano... Maximiliano es un tarambana afirmó el clérigo con la seguridad burlesca del que se siente frente a un interlocutor demasiado débil , y usted lo debe conocer como lo conozco yo.
La expresión ordinaria de su fisonomía, dura, casi feroz; mas cuando tenía que expresar algo, aunque fuese lo más insignificante, v. gr., cuando preguntaba la hora o el tiempo que hacía, hinchaba de tal suerte su nariz borbónica, abría los ojos desmesuradamente y los clavaba con tal fuerza en el interlocutor, que éste necesitaba mucha presencia de ánimo y sangre fría para no echarse a temblar.
Palabra del Dia
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