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Actualizado: 9 de mayo de 2025


El otro día me puso una carta en la mano; pero yo la dejé caer. ¿Pues? Es un tío lila, ¿sabes? ¿Pero no acabas de decirme que le quieres? ¡Qué yo si le quiero! dijo alzando los hombros con displicencia. Pues eres la más interesada en el asunto. Desde un día en que le vi de paisano con unos pantalones muy cortos, se me ha quitado bastante la ilusión.

Fortunata no apartaba los ojos de la ropa que estaba repasando. «Comprendo expuso la señora con acento parlamentario , que tengas cortedad para confesarme ciertas cosas, y por mi parte, te soy franca: no te tengo yo por peor de lo que eres; no creo, como podrían creerlo otras personas, que tu debilidad es interesada, y que quieres a ese hombre porque es rico, y que no lo querrías si fuese pobre.

Aunque sordos, estos rumores no fueron tan disimulados que no llegasen a la interesada, y unidos a otras pequeñeces que ella observaba también, empezaron a clavarle en el alma el dardo de los más crueles recelos.

La primera que lo observó, después de la interesada, fue su hermana. Luego fue del dominio público. Eduardito descaecía a ojos vistas; la nariz, siempre protuberante, se le había pronunciado de tal modo insólito y bárbaro, que más parecía accesorio defensivo de algún animal extraño, que parte integrante del organismo humano. Todos deseaban que aquello se resolviese de alguna manera.

Había por entonces ya cundido la noticia de la meritoria obra de Toribio de Velasco y llegado á oídos del arzobispo y del Asistente, y entonces una persona interesada en ello, sin dar su nombre, envió á la casa 50 ducados, con lo que puede decirse que comenzaron sus fondos.

¡Qué suerte! dijo Francisca interesada. ¿Hay, pues, personas que me aprecian?... Esto me hará encontrar una novedad después de mi querida mamá. Genoveva, léenos esas cartas dijo la de Ribert a su hija. Francisca va en seguida a saber a qué atenerse... ¡Qué! exclamó Francisca; si se trata de una reprimenda, me tapo los oídos; para esa ingrata tarea, basta con mi madre...

Y apesar de eso, no cambio mis colores por los de ninguna de esas señoritas tísicas que van al Prado en carretela...» El hijo del brigadier asentía incondicionalmente a estas atrevidas proposiciones; quizá las llevase en su pensamiento más allá que la misma interesada.

Sólo la interesada reflexionaba sobre su propia situación, y a pesar de la atracción de que se sentía poseída, procuraba dominarse, ver claro y leer en el corazón de aquel hombre.

Las mujeres del pueblo se santiguaban al verla pasar y pronunciaban comentarios en alta voz para que los oyese la interesada. ¡Mujer, mira por tu vida a la Serena qué gabarra lleva sobre la cabeza! Porque hay que advertir que a la madre de doña Paula la llamaban la Serena, y a la abuela y a la bisabuela también.

De igual suerte la moral elevada, si no prescinde, echa á un lado y pone como en segundo término todas las ventajas que pueda ocasionar ó causar el ejercerla, y tiene por único, ó al menos por principal objeto, la satisfacción semidivina de obrar el bien con la más completa independencia de toda mira interesada, así en esta vida como en la otra, así para el individuo como para la colectividad de cuantos son los seres humanos.

Palabra del Dia

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