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Actualizado: 29 de julio de 2025
Cabildo no omitiria medio de cuantos estimase conducentes al mayor bien. Clamaron entonces de nuevo, que lo que se queria era la deposicion del Exmo. Señor Virey; y habiendo el caballero Síndico tratado de persuadirlos, esforzando mas y mas las insinuaciones que anteriormente tenia hechas, se retiró á la Sala.
Las revelaciones que de este modo se presentaron á sus ojos la llenaban de terror. ¿Y cuáles eran? ¿Pero qué podían ser sino las insidiosas insinuaciones del ángel malo, que habría deseado persuadir á aquella mujer, que estaba luchando y era solo su víctima á medias, que el aspecto exterior de pureza no era más que una mentira, y que si la verdad se conociera, la letra escarlata brillaría en más de un seno, y no únicamente en el de Ester Prynne? ¿Debía ella acaso recibir esas obscuras insinuaciones como si fueran una cosa real y positiva?
Pero si con anticipacion se les advierte que iguales resoluciones y establecimientos se dirigen á su propio bien, por guardarlos de que les insulten los enemigos de la corona de España; y que quedarán gozando de su propia libertad, sin que español alguno les pueda obligar á servir, ni impedirles su libre albedrio, con las otras insinuaciones que quedan referidas en los párrafos 35, 39 y 40, le parece que no será tanta la oposicion, pues al cabo tienen alguna luz de razon, con que no pueden dejar de distinguir la realidad de su propia conveniencia.
¿Pues quién ha de ser, niña? contestó Rafaela al ver o al imaginar que se recibían sin enojo sus insinuaciones , ¿Quién ha de ser sino el propio excelentísimo señor don Andrés Rubio? ¿Y por dónde lo sabes tú? ¿Quién te encomendó que me vinieses con ese recado? Me lo encomendó..., nada más natural..., el confidente de don Andrés. Me lo encomendó Longino.
Parapetada detrás de sus antiparras, la madre Angustias observaba los bostezos y acariciaba su caña dictatorial sin decir palabra á la culpable, esperando á que se durmiera, y entonces ¡ira de Dios! le sacudía un cañazo, seguido de una retahila de insinuaciones coléricas.
Muchas veces lo había convertido imaginariamente en un sanatorio poblado de militares inválidos, con ella al frente como directora y protectora. Pero sus insinuaciones no causaban efecto alguno en el príncipe. «Un egoísta», se decía, volviendo á su antigua opinión.
Ya que amistades nocivas le apartaban otra vez del buen camino y le envenenaban el alma con insinuaciones malévolas, con sospechas torpes e impías, más valía dejarle en paz, apartar de su vista el espectáculo inocente, mas para él poco agradable, de dos almas hermanas que viven unidas, con lazo fuerte, en la piedad y el idealismo más poético».
En todos los rostros creía ver sonrisas y miradas significativas; en las palabras más inocentes, profundas y aviesas insinuaciones. Mientras tanto ella comía y dormía tranquilamente con una alegría constante que aterraba y admiraba al mismo tiempo al conde. El tiempo corría: llegaron los siete meses; los ocho.
Influía muchísimo en este aumento el recelo que Juanita tenía de perder a su desdeñado adorador, de que este acabase por sanar de su pasión desgraciada y de que al fin cediese a las insinuaciones o casi mandatos de su hija. Dice un precepto vulgar: «Lo que no quieras comer déjalo cocer.» Pero apenas hay hembra que cumpla con tal precepto cuando se aplica a cosa de amores.
El amor propio adopta muchas veces el disfraz del amor por pura satisfacción de orgullo. Y esto lleva a muchas señoritas a admitir y hasta a estimular las insinuaciones del hombre, que toma por sentimiento real los fingimientos de que es víctima en forma de sonrisas prometedoras, de miradas simulando aquiescencia, de gestos y signos, en fin, que expresan lo contrario del verdadero propósito.
Palabra del Dia
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