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Los innumerables datos que acerca de tan rica como bella manifestación del gusto y del trabajo consignan los historiadores musulmanes, los recientes estudios debidos á doctos arqueólogos, y el descubrimiento de riquísimas estofas con que se ataviaron reyes, infantes y prelados, persuaden del extraordinario auge alcanzado por nuestros dominadores en esta fabricación, que hizo célebre á las ciudades españolas de Murcia y de Almería , de Córdoba, Granada, Málaga , Toledo, Valencia y Sevilla. «Caso es de recordar, por rarísimo dice á este propósito un ilustre académico, que aun prohibiendo Mahoma á los hombres vestir seda, y que llegando Omar el conquistador de Jerusalen á perseguir á cuantos la usaban, sean los mahometanos, casualmente, los que sobresaliesen mucho en vestirla y llegasen á tal perfección en tejerla, que, ni los celebérrimos frigios les aventajaran .

No; no me es urgente ver á doña Clara; la veré mañana. ¿Conque decís que vive... En la crujía obscura que está más allá de la galería de los Infantes, en el número 10. Además, la puerta está pintada de verde. Muy bien, gracias; retiráos.

En fin, se organizó al efecto la expedición del Conde Pedro Navarro en 1510: quedó en breve sometido Trípoli, saliendo de Málaga segunda armada á las órdenes de Don García de Toledo, sobrino del Rey Católico, padre del gran Duque de Alba, para dar fin á la jornada, ocupando la isla de los Gerbes, yendo no menos de 16.000 infantes, sin contar la gente marinera de las naves; dato que sirve á la medida de la importancia de la empresa.

Clara, por instinto, se había acercado a otra joven señora también encinta y comunicaba con ella sabias y profundas observaciones acerca del arte de fajar los infantes. Elena, la condesa de Peñarrubia y otra señora se decían ardorosamente los últimos secretos de la moda. Tristán bostezaba con la mayor elegancia hojeando un álbum de retratos.

Con que me digáis dónde vive doña Clara, me dejo con vos el alma y allá me emboco. Más allá de la galería de los Infantes, en aquella galería obscura. ¿En la de anoche?... , frente á aquellas escaleras. ¡Ah! ¡frente á las escaleras aquellas! no he de perderme con tales señas. Quedad con dios, señora mía, y tratadme bien el alma, que con vos se queda. ¡Ay, que os lleváis la mía! Adiós.

La condesa se perdió por una pequeña puerta al fondo. La galería que acababa de atravesar era la de los Infantes; el lugar en que había entrado, era una galería densamente lóbrega, en la cual resonaban los pasos de la condesa de una manera sonora.

Murieron de los vencidos veinte mil infantes y seis mil caballos y de los nuestros un caballo, y dos infantes; no me atreviera á referirlo por parecerme caso imposible, si Autores de mucho crédito no refirieran semejantes acontecimientos.

Imagináos qué haría Facundo en un terreno intransitable contra seiscientos infantes, una batería formidable de artillería y mil caballos por delante. ¿No es éste el convite del oso a la garza?

Los doscientos caballos, y trescientos infantes á quien el Duque habia dado las haciendas que se ha dicho viendo el peligro de sus campañeros, y creyendo que aquel mismo rigor se habia tambien de executar en ellos, fueronse al Duque, y le dixeron, como entendían que aquel exército que tenia junto era para contra sus compañeros, y amigos; y que si esto era así verdad, ellos les renunciaban las haciendas que les dió, porque tenian por mejor suerte morir defendiendo á los suyos, que gozar riquezas en paz, pereciendo ellos.

Habéis bajado por las escaleras por donde se sirve la vianda á su majestad; habéis cruzado la galería de los Infantes, y os habéis metido en la portería de damas... ¡y esos maestresalas!... ¡estarán durmiendo! Yo siento, señora... yo quisiera... ¿Cuánto tiempo hace que estáis en esta galería? Hace un momento, señora; como que al abrir esta puerta, buscaba una salida.