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Por estos motivos, pues, hubieron los nuestros de trasplantar aquellas tiernas plantas á lugar más retirado, encomendando este negocio al cuidado del venerable P. Lucas Caballero; y aunque en tales mudanzas perecieron muchos por las incomodidades y enfermedades que les sobrevinieron, de que participaron también nuestros misioneros, no obstante, poco después volvió la Reducción á su antiguo esplendor, porque vinieron luego otros infieles que se incorporaron en ella.

Entrado, pues, ya el año de 1691 pasó el Padre Provincial de esta provincia, Gregorio de Orozco, á visitar el Colegio de Tarija para entrar por allí á las tierras de los Chiriguanás y probar á lo menos por algún poco de tiempo las incomodidades que sus súbditos habían de tolerar después años enteros y hallarse en alguno de tantos peligros en que después ellos habían de vivir continuamente.

Durante doce años tuvo que dedicar sus cuidados a su anciano marido y a sus dos hijas, llevando una vida monótona e incómoda, pues el coronel, a causa de la gota, que le sobrevino con la edad, había adquirido un carácter agrio y mostraba gustos difíciles. La muerte de su marido la libró de tales incomodidades.

Mi tío poníase achacoso... los catarros comenzaban a minar su naturaleza; y Blanca, una vez aliviada de sus incomodidades maternales, quería indemnizarse de su ausencia de la sociedad y exigía que su pobre marido expusiese sus constipados a las corrientes de aire de los teatros y a las salidas de los bailes. Era necesario obedecer; aquella mujer no daba tregua.

Estamos en presencia de un libro de viajes escrito por una persona que, a pesar de haber viajado mucho, no es verdaderamente un viajero. El autor no siente la pasión de los viajes: soporta a su pesar las incomodidades materiales, se traslada de un punto a otro, pero maldice los fastidios del viaje de mar, el cambio de trenes, los pésimos hoteles, etc., etc.

Por motivos menores y particulares se encendían cada día, y aún se encienden, grandes incomodidades entre curas y administradores; como los pueblos tienen obligación de alimentar a los curas, y esto corre a cargo de los administradores, éstos, estando enemistados como regularmente sucede, tienen ocasión de vengarse del cura haciéndole esperar, dándole lo peor y escaso, y por otros medios dictados por el espíritu de venganza.

Finalmente, donde esta virtud campeó con admiración de todos, fué cuando estando en el fervor de sus conversiones y á lo mejor de la obra de reducir á la fe á los Zamucos y fundar aquella nueva cristiandad, levantó al punto las manos de la labor, sin esperanza de volver jamás á proseguirla, á un orden de nuestro Padre general de que tomase á su cargo el gobierno de esta provincia; él mismo confesó con toda ingenuidad que le costó la ejecución de este orden increíble dolor y sentimiento, y que jamás había sentido tanta repugnancia su natural como en este caso de ser Superior; y aunque fácilmente se hubiera podido excusar de aquella carga, para él tan pesada, con todo eso, por no dejar de obedecer, la aceptó prontamente, y sin dilación se vino á largas jornadas al Tucumán, sufriendo por el camino increíbles trabajos é incomodidades.

El placer de los viajes es un don divino: requiere en sus adeptos un conjunto de condiciones que no se encuentran en cada boca-calle, y de ahí que el criterio común o la platitud burguesa no alcanzan a comprender que pueda haber en los viajes y en las emigraciones goce alguno; sólo ven en la traslación de un punto a otro la interrupción de la vida diaria y rutinera, las incomodidades materiales; tienen que encontrarse con cosas desconocidas y eso los irrita, los incomoda, porque tienen el intelecto perezoso y acostumbrado ya a su trabajo mecánico y conocido.

Fortalecido, pues, su espíritu con largas oraciones y súplicas á Dios Nuestro Señor para la feliz conducta de aquel negocio, se puso en camino para los Zamucos por Julio de 1716, acompañado de cien neófitos, y á pocas leguas se le opuso el infierno con horribles tempestades en el aire, torbellinos de agua y viento, crecientes de ríos y otras mil incomodidades; de manera que en andar cosa de catorce leguas, gastó diecinueve días, mas no sin algún fruto; porque dando una ligera corrida á registrar algunas Rancherías de los Tapuyquias, ya asoladas, halló allí treinta almas que perseveraban aún en las tinieblas del gentilismo; y ganadas para Cristo, las despachó al pueblo de San Joseph.

No es raro que la reaccion se límite al desarrollo de calor en las estremidades y la cara con dolores congestivos en la cabeza, vértigos, palpitaciones, incomodidades y rubicundez oscura de las mejillas.