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¡A Alejandría! ¿qué te parecería, mi querido niño, si te sentasen sobre la flecha aguda de un minarete que se lanza hacia las nubes? ¡flecha, por otra parte, brillante y dorada! ¿y si se te dejase en esa incómoda posición hasta que los cuervos hubiesen devorado las pupilas de tus grandes ojos negros?

Debemos, pues, resignarnos al plantón, sentarnos todos en la parte del camino que nos parezca menos incómoda, para esperar a que pase la Prensa, despertadora de las muchedumbres en materias de arte; que al fin ella pasará; no dudemos que pasará: todo es cuestión de paciencia.

¿Sabéis que ya me incomoda el que me habléis tanto de mi mujer? Como que estoy enamorado de ella... Vos no amáis más que á esa comedianta que os tiene vuelto el juicio... Puede ser, porque tratándose del juicio de los hombres, no conozco cosa que tanto se lo vuelva como las mujeres.

Al considerar esto me entra temblor como de calentura, y pido al numen método y plan para mi obrilla; pero al numen le incomoda el método, y lo que es yo por no le trazo sino muy vulgar, sin atinar a aventurarme por nuevos caminos, y sin resignarme a seguir los muy trillados y seguidos por todos. Para saber el día en que empieza y el día en que acaba la Primavera remito al lector al almanaque.

Pero, según tengo entendido, también es usted paisajista... Hay en los alrededores puntos de vista deliciosos... Ese será su desquite y su consuelo de usted. Señora baronesa, crea usted firmemente que no tengo necesidad ni del uno ni del otro. ¿Permite usted que los modelos hablen durante la sesión? ¿No incomoda a usted eso?

Su negra y raída levita estaba arrugada por la incómoda postura que tuviera en el féretro. Era Tucker. Reíase y aplaudía de todo corazón... Esperaba yo que Tucker, una vez sentado en el féretro, bostezara y se desperezase... ¡Pues nada de eso!... Una vez sentado en el féretro, me dio un abrazo y me besó paternalmente, diciendo: ¡Oh mi querido sobrino! ¡Oh mi querido hijo!

Hanse apoyado para fundar semejante opinión en que la sociedad le roba parte de su libertad, si no toda, pero tanto valdría decir que el frío no es cosa natural, porque incomoda. Lo más que concederemos a los abogados de la vida salvaje, es que la sociedad es, de todas las necesidades de la vida, la peor: eso .

El sería navegante como sus antecesores, marino vagabundo, gozador de placeres exóticos, y tal vez consiguiera arrancar de paso algún secreto al gran misterio de las llanuras azules. La vida en aquel palacio afeado por las manías de su madre le resultaba incómoda y penosa, impulsándolo á huir.

Mientras estuvo V. en aquella casa, la Condesa estuvo muy incómoda. Sólo sosegó cuando a puras súplicas suyas, interpuestas por Joaquina, el Marqués se la llevó a V. a su casa, primero bajo el cuidado de una buena mujer, y más tarde con un aya inglesa, la cual vino porque la condesa se empeñó en que viniese.

Y sangrándole el corazón, consumiéndose de pena, calló, se apartó a fin de no ser un obstáculo para su dicha; mas cuando supo que su afortunado rival no merecía la fortuna que había alcanzado; que no solamente no hacía feliz, sino que injuriaba, maltrataba y mortificaba al ser a quien él habría querido ahorrar, no sólo el dolor, sino hasta la menor idea incómoda, un furor en que había ira, remordimientos y desdén, lo arrojó al campo de los nihilistas que se preparaban a matar al terrible gobernador.