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Actualizado: 15 de mayo de 2025
La prensa, que es periódica, tiene poco alimento para el reportaje en la vida regular y monótona de Bogotá; con frecuencia el Magdalena se ha rezagado con exceso, los vapores que traen la correspondencia se varan y se pasan dos o tres semanas sin tener noticias del mundo. ¿Dónde ir a tomar la nota del momento, el chisme corriente, la probable evolución política, el comentario de la sesión del Senado donde el «macho» Alvarez ha dicho incendios contra el Presidente Núñez, que Becerra ha defendido con valor y elocuencia? ¿Dónde ir a saber si Restrepo está en Antioquía de buena fe con los independientes, o lo que Wilches piensa hacer en Santander?
Vastos y horrorosos incendios que cubren todo el horizonte, erupción de rayos magníficos; Etna fantástico, que inunda de lava ilusoria la escena de invierno sin fin. Todo es prisma en una atmósfera de partículas heladas en que el aire se ha convertido en espejos y cristalitos. De ahí sorprendentes escenas de espejismo. Varios objetos vistos á la inversa, momentáneamente aparecen cabeza abajo.
Ved las dos galeras balanceándose plácidamente en la bahía exterior de Coves, y mirad también en tierra, hacia el este, la humareda que levantan sus últimos incendios. ¡Ah, perros! Ya nos han visto; las lanchas de los incendiarios se apartan de la costa á todo remo, dirigiéndose á sus galeras, que Dios confunda. ¡Y qué multitud á bordo! Parece aquello un hormiguero.
Entre las instituciones de Friburgo hay una muy curiosa que no he hallado en ninguna otra nacion de Europa: la ley obliga á todo propietario de casa ó edificio á asegurarla contra incendios y otros accidentes, y el Gobierno cantonal es el asegurador que especula con el monopolio de la empresa.
De modo que se han instalado enfrente de la montaña con enormes bombas para incendios, ahondando sin cesar las escarpas con continuo chorro de agua y demoliendo así poco á poco la montaña para extraerle todas las moléculas de oro.
Y contribuirán aún mucho menos, si los Estados Unidos, según ya se prevé, nos exigen indemnización por esos saqueos y esos incendios, que sin el favor y aliento que dan á los rebeldes, no se perpetrarían, y si el Gobierno español tiene la debilidad de someterse y de pagar. Esperemos, aunque se resista y no pague, que no haya violencia ni guerra internacional.
El carlismo se extendía y marchaba de triunfo en triunfo. En Cataluña y en el país vasco-navarro iba haciendo progresos. La República española era una calamidad. Los periódicos hablaban de asesinatos en Málaga, de incendios en Alcoy, de soldados que desobedecían a los jefes y se negaban a batirse. Era una vergüenza.
Los planetas muertos disolvíanse en incendios de la materia para formar nuevos mundos. Era una renovación incesante de formas, en períodos de millones de millones de siglos, que representaban para su existencia lo que las limitadas docenas de años de nuestra vida.
Y este diamante azul del espacio, este mundo de suave luz, que contemplan los habitantes de los otros planetas como una estrella poética en la que todas las criaturas llevan una existencia inmaterial, es la Tierra, nuestro pobre globo, donde acaban de perecer doce millones de hombres en los campos de batalla, donde han muerto otros tantos millones por las emociones y las pestes que son consecuencia de la guerra, donde se han consumido seiscientos mil millones en humo, en incendios, en acero estallado.
El principal motivo de estos abandonos de buque son sin duda las tempestades y los incendios que dejan a la deriva negros esqueletos errantes. Pero hay otras causas singulares entre las que se puede incluir lo acaecido al María Margarita, que zarpó de Nueva York el 24 de Agosto de 1903, y que el 26 de mañana se puso al habla con una corbeta, sin acusar novedad alguna.
Palabra del Dia
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