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Actualizado: 15 de junio de 2025
La rebelión, por consiguiente, no queda así justificada. Los saqueos y los incendios perpetrados por los rebeldes no remediarán nada, ni contribuirán á la prosperidad de Cuba.
Montaner irritado de tanta insolencia, perdió el sufrimiento, y respondió con valor: Que la guerra que les denunciaba de parte de su república era injusta, y que así protestaba delante de Dios, y por la fé comun que procesaban, que todos los daños, derramamiento de sangre, robos, incendios, y muertes serian por su causa, porque ellos forzosamente se habian de oponer á tan injusta ofensa.
Dos voraces incendios, uno en febrero de 1737 y otro en marzo de 1756, convirtieron en cenizas dos terceras partes de los edificios, entre los que algunos debieron ser monumentales, a juzgar por las ruinas que aun llaman la atención del viajero. El virrey conde de Lemos se distinguió únicamente por su devoción.
Todo esto á costa de mucha sangre, muchos crímenes, después de mortales luchas, asesinatos, incendios, fusilamientos, hambres, miseria, etc., etc.
Pasaron adelante de la empalizada, y entrados en la Ranchería se hallaron sin gente, no viendo por todas partes más que incendios, ruinas, cadáveres y un desapiadado estrago de hombres.
Los horrores de la guerra habían pasado sobre este organismo como una llamarada que seca cuanto toca, lo apergamina, y acaba convirtiéndolo en polvo. Parecía una momia, tostada por el resplandor de los incendios, estremecida por las lágrimas y los quejidos de millares de seres. «¡Lo que esos oídos habrán escuchado!», se dijo Miguel.
Tal es la práctica de los que atraviesan la pampa para salvarse de los incendios del pasto.
Tambien las provincias de Misqué y de Valle-Grande, que eran muy sanas en otro tiempo, son hoy en dia casi inhabitables; y habiendo observado yo mismo que el mal se aumentaba á proporcion del desmonte ocasionado en las montañas por los incendios, que anualmente se practican para renovar los pastos, estoy persuadido que, haciendo cesar esta práctica, disminuirian desde luego las fiebres intermitentes, y se restituiria su natural y antigua salubridad á esas comarcas.
Crecen las muertes, los incendios, las ruinas y las talas; padece el universo, y sigue la enemiga. Nuestro ministro y el de Indias protestan con mucha freqüencia que no les mueve otra cosa que la felicidad del linage humano; y á cada protesta se destruye alguna ciudad, ó se asuelan algunas provincias.
Vicios hay tan feamente abominables que basta mirar su horrible cara en sus efectos, para que les aborrezca la inclinación más proclive. Deseo pues hacer del veneno preservativa triaca, y que vivan en la pintura las llamas para que no hayan de avivar incendios otra vez. Este es mi fin: el cielo lo logre como se lo suplico, y lo puede.
Palabra del Dia
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