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Actualizado: 7 de julio de 2025
Lope de Aguirre debía ser de una de estas casas. Llegó Lope al Perú, a mediados del siglo XVI, y tomó partido por Gonzalo Pizarro en la rebelión de éste. Durante algún tiempo estuvo a sus órdenes, hasta que le hizo traición y ejecutó contra sus antiguos compañeros actos de una crueldad inaudita. Era Lope hombre inquieto y turbulento, terco y mal encarado.
Pero ¡ó barbaridad inaudita! no fué así, pues con opróbio de la misma racionalidad, y menosprecio del adorable Sacramento, de las sagradas imágenes, y de toda la corte celestial, se convirtió el templo en cueva de facinerosos, que con sacrílegas manos quitaron la vida al cura y á cinco sacerdotes, pasando á cuchillo mas de 1,000 personas, entre hombres, mugeres y criaturas, quedando el santuario convertido en pielago de sangre inocente, y salpicados con ella los altares.
Si el camino material que hemos hecho es enorme, nuestra marcha moral es inaudita. A mis ojos, el progreso en las ideas de la sociedad argentina es uno de los fenómenos intelectuales más curiosos de nuestro siglo.
Con magestad real, con inaudita Pompa llegó, y al pie del monte para Quien los bienes del monte solicita: El Licenciado fue JUAN DE VERGARA El que llegó, con quien la turba ilustre En sus vecinos medios se repara. De Esculapio y de Apolo gloria, y lustre, Sino digalo el santo bien partido, Y su fama la misma envidia ilustre.
Era lunes, y el joven empleado llegaba al escritorio con una hora de retraso. Sus compañeros apenas levantaron la vista de los papeles cuando él entró, como si temieran hacerse cómplices con un gesto, con una palabra, de esta falta inaudita de puntualidad.
Una nación, aislada como lo está España, con menos de la cuarta parte de habitantes que tienen los Estados Unidos y con muchísimos menos recursos pecuniarios para comprar ó fabricar los costosísimos medios de destrucción que hoy se emplean, incurriría en un heroico delirio y cometería un acto de inaudita temeridad en provocar á dichos Estados, pidiéndoles, con sobrada energía, satisfacción de una injuria, que, en mi sentir, se puede por ahora disimular sin desdoro.
Volved á ver, ó amigos, las arenas Del aurifero Tajo en paz segura, Y en dulces horas de pesar agenas. Que esta inaudita hazaña os asegura Eterno nombre, entanto que dé Febo Al mundo aliento, y luz serena y pura. O marabilla nueva, ó caso nuevo, Digno de admiracion que cause espanto, Cuya estrañeza me admiró de nuevo!
Pasamos tres días dando paseos y haciendo expediciones temerarias; tres días de inaudita felicidad, sí tal puede llamarse a un sentimiento rabioso de destrucción de su reposo, especie de luna de miel descarada y desesperada, sin ejemplo, ni por las emociones ni por los arrepentimientos y que a nada se parece como no sea a esas horas de copiosas y fúnebres satisfacciones durante las cuales todo se permite a los sentenciados a morir al otro día.
Nada tenía esto de extraño; la caía de repente encima el hijo involuntario que le había procurado una fatal casualidad, una fatal sorpresa, un sobrecogimiento funesto, una inaudita audacia de las mocedades del duque de Osuna. Nunca una mujer se había visto en tales y tan originalísimas circunstancias.
Muchos años después de casados, parecía que estaban en la luna de miel. El marido ha mirado siempre a su mujer como una criatura sagrada, y Barbarita ha visto siempre en su esposo el hombre más completo y digno de ser amado que en el mundo existe. Cómo se compenetraron ambos caracteres, cómo se formó la conjunción inaudita de aquellas dos almas, sería muy largo de contar.
Palabra del Dia
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