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Y como advirtiera que yo aguardaba una respuesta ahogándome la ansiedad, hizo ese gesto peculiar de los enfermos aniquilados por el dolor, a quienes se atormenta hablándoles de asuntos graves y me dijo: ¿Por qué, pues, ha venido usted a proponerme cosas imposibles? Me acosaba usted a su placer... Váyase amigo... Váyase, se lo ruego. Hoy estoy enferma.

Ignoraba que alma de su temple jamás hubiera perjudicado al ajeno en provecho del propio, mas quiso colocarse en tales condiciones, que hasta le fuesen imposibles la preferencia y la injusticia.

La niña fantaseaba primero milagros que la salvaban de sus prisiones que eran una muerte, figurábase vuelos imposibles. «Yo tengo unas alas y vuelo por los tejados, pensaba; me marcho como esas mariposas»; y dicho y hecho, ya no estaba allí. Iba volando por el azul que veía allá arriba. Si doña Camila se acercaba a la puerta a escuchar por el ojo de la llave, no oía nada.

»Pues estaba la casa adornada con mucho gusto; pues le aseguro a usted que en Madrid se consiguen los imposibles en hubiendo dinero largo. »Aunque todo era gente muy circunspuesta, gloria daba ver cómo se divertían bailando e hiciendo miles diabluras toda la santa noche sin resollar. Así es que la gente decía, a voz en cuello, que otra como ella no se había visto en Madrid en jamás de los jamases.

Habríamos andado una hora, charlando amigablemente, en medio de las dificultades de un camino espantoso, descendiendo casi a pico por gradas imposibles en la montaña, donde las mulas hacían prodigios de estabilidad, cuando comprendí que a aquel paso, no sólo no llegaríamos a Consuelo, sino que jamás a Bogotá.

Todo esto, contemplado por entre la abertura de un bosque y al borde de un precipicio, donde el caballo se detiene estremecido, prepara el alma dignamente para las poderosas sensaciones que le esperan. Empezamos el descenso por sendas imposibles y en medio de la vigorosa vegetación de la tierra fría, pues respiramos una atmósfera de 13 grados centigrados.

Como se dicen otras, Lituca... Pues ya se lo dije endenantes, y bien a las claras. Y bien a las claras respondí a usted que aquello era pedir imposibles. Pues eso mismo pido... eso mismo deseo ahora. Pues no concuerda esa respuesta con mi pregunta. Allí se trataba de vivir como ahora vive usted, y aquí se trata de vivir de otra manera muy distinta. Pues llámelo hache, con todo y con ello.

Acaso no haya en la historia y en la tradición de todos los pueblos antiguos y modernos, asunto alguno de índole dramática, que no haya manejado; lleva á la escena los más transcendentales sucesos de Estado y las guerras más encarnizadas, á la vez que las discusiones más sutiles de la teología escolástica, y argumentos, que serían imposibles para otros, se convierten en dramas en sus manos.

Sacaba yo en consecuencia que se habían desvanecido esperanzas que se habían hecho imposibles, y que el porvenir de su hermana cifrado un momento en combinaciones quiméricas, la preocupaba y constituía una dificultad nueva que resolver. En cuanto a Julia, no había tenido que ir tan lejos.

Aquella noche, por ejemplo, el doctor don Bonifacio de las Vueltas, amigo personal del doctor Montifiori, bella fortuna, bella posición política, en situación de servir y no de ser servido, había regalado qué yo qué par de estatuas imposibles, imitación bronce de pacotilla, mientras que mi ex-patrón, don Eleazar de la Cueva, un hombre quebrado, en una situación desesperante de fortuna, había arrojado sobre la cabeza y el cuello de la linda novia una cascada de perlas y de diamantes.