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Actualizado: 17 de junio de 2025


María de la Luz caía y caía en el agujero negro de la inconsciencia, y al caer se agarraba con desesperación a este sostén, concentrando en ello toda su voluntad, dejando el resto de su cuerpo en insensible abandono. A principios de Enero, la huelga de los trabajadores se había extendido por todo el campo de Jerez. Los gañanes de los cortijos hacían causa común con los viñadores.

Media copita nada más... El vino no me hace provecho; pero muy agradecido, muy agradecido... y a medida que iba comiendo, le bailaban más el párpado y el músculo, que parecían ya completamente declarados en huelga. Notábase en sus brazos y cuerpo estremecimientos muy bruscos, como si le estuvieran haciendo cosquillas.

Al iniciarse la huelga, los ricos le habían hecho saber indirectamente la conveniencia de que saliese cuanto antes de la provincia de Cádiz. El, sólo él, era el responsable de lo que ocurría. Su presencia soliviantaba a la gente trabajadora, haciéndola tan audaz y revoltosa como en tiempos de La Mano Negra.

En Pucheta, que era donde vivían los más levantiscos, habían ido á navajazos un día de paga, por negarse dos trabajadores á satisfacer su deuda en la tienda de un protegido de los contratistas. Se hablaba de un gran mitin en la plaza mayor de Gallarta, al que asistirían todos los mineros para acordar la huelga, en vista de que no era admitida su petición en favor del pago semanal.

Desde luego, parece evidente que los grandes hombres, en caso de necesidad, podrían, bien que mal, arreglárselas sin escultores. En cambio, los escultores se verían bastante apurados el día en que hubiese una huelga de grandes hombres. Un escultor amigo mío, hablándome de cómo iba el hombre resolviendo su vida, me decía recientemente: Tengo bastante que hacer.

La trilla al sistema antiguo, con sus manadas de yeguas rodando en la era, duraba meses enteros, y los gañanes escogían esta época para pedir algún mejoramiento, amenazando con la huelga, que dejaba las cosechos a la intemperie. La trilladora, que realizaba en dos semanas el trabajo de dos meses, daba al amo la seguridad de la recolección.

Era la vida meridional, franca, bulliciosa, expansiva, que no teme la mirada curiosa del paseante, antes la solicita y se huelga con ella, donde aún late vivo, después de tantos siglos, el sentimiento de la hospitalidad, la religión de los árabes. Sevilla ofrecía a tal hora un aspecto mágico, un encanto que turbaba el ánimo y convidaba a soñar.

Después del choque provocado por el fanatismo dominador, vendría la huelga de los infelices, la reclamación imperiosa de la miseria. Un ejército enemigo se ocultaba tras aquellas montañas que cerraban el horizonte: una horda hambrienta que algún día caería sobre la población como en otros tiempos las gavillas del absolutismo.

Estáis soñando. ¿Huelga? ¿Para qué? ¿Para hocicar en cuanto falta el pan en casa, quedar empeñados y volver al trabajo? Lo de los cartuchos, es una salvajada de cobardes; ¡por cuenta mía no se asesina a nadie! Dejad a mi cargo la venganza, que será buena.., y larga.

Esta sería, a mi juicio, la única manera práctica de que los ciudadanos hiciéramos valer nuestros derechos. Cinco duros por voto, y si los candidatos no aceptaban, iríamos a la huelga. Y no me hable usted de inmoralidad. El hecho de que usted cobre sus artículos no quiere decir que usted venda sus ideas.

Palabra del Dia

vorsado

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