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Actualizado: 17 de junio de 2025


El guaranì se huelga en gran manera De verse emparentar con los cristianos: A cada cual le dan su compañera Los padres, y parìentes mas cercanos. ¡O lástima de ver muy lastimera, Que de aquestas mancebas los hermanos, A todos los que estan amancebados, Les llaman hoy en dia sus cuñados.

Algunas veces, aburrido de su silencio, llamaba al capataz que iba de una colina a otra vigilando el trabajo. El señor Fermín poníase en cuclillas ante él, y hablaban de la huelga, de las noticias que llegaban de Jerez. El capataz no ocultaba su pesimismo. La resistencia de los trabajadores era cada vez mayor.

Además prosiguió éste, hay los huelguistas hombres, de los que no tenemos para qué ocuparnos, pues los motivos que les impiden casarse son de interés o de egoísmo, lo que es poco caballeresco... Entre los huelguistas mujeres y los huelguistas hombres hay, como siempre, víctimas de la misma huelga, que son algunas buenas y puras jóvenes que no encuentran con quién casarse por falta de un poco de dinero.

Forman un compacto grupo dispuestos a la pelea: bostezan los arcabuces mostrando sus bocas negras; que ansían vomitar muerte y les aburre la huelga: suena el clarín sacudiendo de su mudez la vergüenza, y a su son acude el dia, precedido de la incierta luz del alba, como nuncio de su próxima presencia.

Por eso mismo hay que combatirla afirmó la abuela con gran energía. ¿Cómo? dijo el cura más y más pensativo. Lo que pasa en los grandes centros industriales es una imagen de lo que ocurre en todas partes. Hay tendencias a la huelga general... ¡La huelga contra el matrimonio! exclamó la abuela, que no sabía si reír o enfadarse. La huelga contra el matrimonio, articuló claramente el cura.

Como quiera que ello sea, sobrevendrá después de la destrucción algo por el estilo de lo que los milenarios fantaseaban. La humanidad será feliz y vivirá en deliciosa anarquía y en perpetua huelga.

Huelga decir que así creo yo en estas patrañas como en las consejas de vestiglos y gigantes; pero, si he de hablar cabalmente, no encuentro que la simple curiosidad baste a explicar vuestros cotidianos paseos por la morería. Contrajo su labio el mancebo con un gesto de cólera, y la sangre encendiole de súbito el rostro. ¿Qué hacer?

La iniciativa de la reunión, la primera noticia, la creían obra del Madrileño, un joven forastero que había aparecido en el campo de Jerez en plena huelga, enardeciendo a los simples con sus predicaciones sanguinarias. Nadie le conocía, pero era muchacho de gran verbosidad y pájaro de cuenta, a juzgar por las amistades de que hacía gala.

Pues, ¿y en los altos hornos? exclamó después el capitán, Allí va á haber cualquier día una huelga, seguida de la degollina de todos los beatos que toman las oficinas como terreno de conquista. Desde que se fué Sanabre, aquel chico tan simpático, la fundición es un infierno. Pepe tendrá cualquier día una sublevación ruidosa, y á los huelguistas no les faltará motivo.

Los mausers no los tienen los alborotadores. ¡Que salgan, que salgan y sabrán lo que es bueno! Por eso yo, cuando hay huelga en el oficio, la sigo por no hacerme de señalar, pero me voy a casa. ¡Pues menudo gusto el tirar a la gente, sin miedo a otra respuesta que alguna pedrada, y escogiendo el blanco a placer, como si las personas fuesen patos!...

Palabra del Dia

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