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Actualizado: 18 de junio de 2025
En el pueblo de Tianì se decía que, cuando menos, cuando menos, el joven iba á ser deportado y muy probablemente asesinado durante el viaje. Los timoratos y pesimistas no se contentaban con esto y hablaban de horcas y consejos de guerra; Enero era un mes fatal, en Enero fué lo de Cavite y aquellos, con ser curas, fueron ahorcados; con que un pobre Basilio sin amparo ni amistades...
Mejor tuvieras vergüenza y fueras persona decente como yo. ¿En dónde pasas las noches?... ¿en qué gastas el dinero?... Y luego viene diciendo el bobo que se trata con esos señores de política, y que está armando un gatuperio como el de los tiempos en que cayó la Mamancia.... ¿Qué entiendes tú de eso, cafre, si andas en dos pies porque al Señor se le olvidó hacerte la cruz en el lomo?... Mira que no se ha acabado la madera de que hicieron las horcas en la plazuela.
El Cabildo enviar procura luego A D. Gabriel la nueva de este hecho: Salgado sale ya sin grande ruego, Mas no sin gran doblez de inicuo pecho. De Santa Cruz, saliendo como fuego, A las horcas de Chaves vá derecho; Veinte mancebos lleva arcabuceros, Y mas cincuenta infantes muy guerreros.
Después gorras muchas gorras, posadas y alineadas en percheros del largo de toda una casa; chaquetas ahuecadas con un palo, zamarras y otras prendas que algo, sí, algo tenían de seres humanos sin piernas ni cabeza. Jacinta, al fin, no miraba nada; únicamente se fijó en unos hombres amarillos, completamente amarillos, que colgados de unas horcas se balanceaban a impulsos del aire.
Desde la sombra de los vestíbulos, donde estaban durmiendo, lanzáronse fuera los criados haciendo resonar con palos, horcas y bieldos todos los objetos de metal que encontraban a mano, calderos de cobre, palanganas, cacerolas. Los pastores hacían sonar el cuerno pastoril. Otros llevaban caracolas marinas, trompas de caza.
Desde entonces, la ciudad medioeval es una agrupación teocrática de visionarios a la expectativa del fin del mundo y del juicio final, levantando castillos, presidios, horcas y fortalezas para defenderse de la barbarie natural de los malvados vivos, y santuarios, templos, conventos y oratorios para procurarse la gracia divina, conseguir milagros y defenderse de la barbarie sobrenatural de los malvados muertos, a quienes la teología ha dado una segunda existencia, infinitamente peor que la primera, en los demonios, las brujas, los duendes, los fantasmas, las ánimas en pena, etc., etc.
Y un día supe que mis hermanos habían sido muertos, pendían de las horcas que caían en los caminos que conducen a los destierros, bajo la férula de los esbirros; supe que las mujeres, que las niños subían al patíbulo; que tantos inocentes sufrían en mi lugar; que el temor reinaba sobre toda la gente de mi raza...
Y los que ponían más empeño en negarla, eran los parásitos del personaje, los que vivían de sus cábalas; más de uno sintió calambres en el estómago. Vamos, que si Esteven se hundía, no había ya remisión posible para nadie: las horcas caudinas en la puerta de la Bolsa, y agachar la cerviz y sufrir el yugo.
Palabra del Dia
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