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Actualizado: 6 de octubre de 2025
JULIA. ¡Ay, sí...! Y no ignoramos que formamos discípulos para bien de las mujeres honradas, que nos detestan. Nuestra única venganza consiste en pensar que con el tiempo nos casaremos con los maridos divorciados de nuestras rivales. JULIA. ¡No lo digo por usted, señorita! Confío en que sabrá usted defender su tesoro. DORA. No deseo otra cosa; pero reconozco toda mi inferioridad...
Así pueden atropellar cómodamente a las personas honradas. ¡Los aliados desearían que tuviésemos una religión semejante, estoy segura! Pero, por desgracia, todo el mundo no se siente con vocación de cordero. Por mi parte, y sin tratar de ofender a usted, creo que es algo estúpido trabajar para los demás.
Y recordaba al doctor una de sus frases que gozaban el privilegio de indignar á las gentes honradas.
Jamás se comprometen en nada, y es difícil que la policía los descubra. Adoptan todo el aire de gentes honradas, trabajan, tienen oficio, profesión o industria conocida: son sirvientes, mozos de hotel, changadores, comerciantes, rentistas y hasta pueden inspirar confianza y ser honorables, mientras no haya posibilidad de tirar la piedra y esconder la mano.
Por su parte, el conde no hizo nada para atenuar lo que había de reprensible en los cálculos de su matrimonio. Aquellas dos personas honradas, pero mezcladas por la fuerza de las circunstancias en uno de esos asuntos escabrosos que algunas veces se presentan en París, no se preocupaban más que de los medios de hacer dignamente una cosa que sus antepasados no habían hecho.
Todo ha concluido. ¿He hecho bien? ¿He hecho mal? ¿Por qué no experimento la dulzura inefable que dejan las resoluciones honradas? Me he vencido: mi voluntad, domando los impulsos torpes, ha preferido a la hipocresía la sinceridad. Si cuanto creí era falso, mi alma se hubiera corrompido al contacto de la mentira; si era cierto, la oración se habría manchado al pasar por los labios del impío.
¿Qué importa que quede el fondo, siempre que no haya al exterior ni mal humor ni exigencias? Bueno es, por el contrario, que las muchachas tengan principios; así es más probable que sean mujeres honradas. Lacante estaba reflexionando.
Tontas encontraba ella a porrillo; listas tampoco faltaban; lo que le parecía difícil de hallar eran las honradas, y no porque no las hubiese a montones, sino porque la duquesa no sabía encontrarlas, por aquello de que nadie hay más exigente ni que se complazca tanto en verlo todo manchado como quien vive zambullido en medio del fango.
"Ilustres personas son llamadas en latín las personas honradas é de gran guisa é que son puestas en dignidades, así como los reyes é los que descienden de ellos, é los condes, é otrosí los que descienden dellos, é los otros homes honrados semejantes destos.
No me sorprende la conducta de lord Gray dijo doña María . Los nobles de Inglaterra suelen corresponder de este modo a la hospitalidad que se les da en las casas honradas... Pero no debo culpar tan sólo a él, hombre de mundo, privado de ideas religiosas y ciego ante la luz de la verdadera y única Iglesia, no. ¿Qué ha de hacer el ciego sino tropezar?
Palabra del Dia
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